"Pues a fe de
bueno que no he dicho yo mal de ningún encantador, ni tengo tantos
bienes que pueda ser envidiado; bien es verdad que soy algo malicioso y que tengo mis ciertos asomos de bellaco, pero todo lo cubre y tapa la gran capa de la simpleza mía, siempre natural y nunca artificiosa;
y cuando otra cosa no tuviese sino el creer, como siempre creo, firme y
verdaderamente en Dios y en todo aquello que tiene y cree la santa
Iglesia Católica Romana, y el ser enemigo mortal, como lo soy, de los judíos, debían los historiadores tener misericordia de mí y tratarme bien en sus escritos. Pero digan lo que quisieren, que desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano;
aunque por verme puesto en libros y andar por ese mundo de mano en
mano, no se me da un higo que digan de mí todo lo que quisieren.
—Eso
me parece, Sancho —dijo don Quijote—, a lo que sucedió a un famoso
poeta destos tiempos, el cual, habiendo hecho una maliciosa sátira
contra todas las damas cortesanas,
no puso ni nombró en ella a una dama que se podía dudar si lo era o no;
la cual, viendo que no estaba en la lista de las demás, se quejó al
poeta diciéndole que qué había visto en ella para no ponerla en el
número de las otras, y que alargase la sátira y la pusiese en el
ensanche: si no, que mirase para lo que había nacido. Hízolo así el poeta, y púsola cual no digan dueñas, y ella quedó satisfecha, por verse con fama, aunque infame."
Y si no quieran literatura, Pepe Fernández lo explica mejor que yo: