Cazando moscas. Atherigona versus Coenosia

Recuerdo un viejo dicho que solía decir mi abuela cuando quería librarse de la chiquillería: "¡Ála!... ¡A cazar moscas como los tontos!"... El caso es que 30 años después he acabado ganándome la vida haciendo -entre otras cosas- precisamente eso, y como todo buen "cazador" lo primero es aprender a distinguir las presas. Así que aprovechando los comentarios del último post he rebuscado en mi archivo fotográfico y he preparado este post, para tratar de distinguir a la mosca tigre (Coenosia attenuata) de la mosca menor del pimiento (Atherigona orientalis) No es una frivolidad; Coenosia attenuata es un importante depredador de plagas voladoras como la mosca blanca, los minadores de hoja o las moscas esciaridas (aunque también puede perjudicarnos, como ya comenté en este post) mientras que Atherigona orientalis es una plaga oportunista que puede buscarnos algún disgusto si no tenemos cuidado con la limpieza de la finca, tanto en pimiento (ver éste o este otro post) como en berenjena (ver aquí) Vamos, que en este caso confundirnos de mosca puede traernos problemas...

Y es que todas las moscas se parecen; y estas dos especies -ambas pertenecientes a la familia muscidae- se parecen todavía más. Pero, como podéis ver en la primera imagen, si nos fijamos más en detalle podemos encontrar diferencias bastante claras. Para mi la más evidente es el abdomen, de tonos anaranjados y con manchas en el caso de Atherigona y grisáceo y rayado en él de Coenosia; personalmente yo suelo fijarme en esa característica para determinar la especie. Otra diferencia bastante notable es la forma de la cabeza cuando se mira desde el lateral; Atherigona tiene un perfil más cuadrado y una cabeza chata, muy diferente a la cabeza redondeada de Coenosia (mi compañero Aguilera suele fijarse en este detalle) Mucho más difícil de distinguir -pero también bastante evidente- es el tamaño de las antenas (más concrétamente del último artejo) bastante más grande en Atherigona que en Coenosia. Pero la verdad sea dicha, hay que tener buena vista para distinguir estos detalles en una mosca viva y zumbona; y como desde que crucé la frontera de los 40 voy perdiendo vista -y pelo- a marchas forzadas no hay más remedio que recurrir a otros métodos... Afortunadamente el comportamiento de las dos especies es muy distinto, lo que también ayuda a su identificación.

Atherigona orientalis es una mosca descomponedora; sus larvas se dedican a descomponer materia orgánica -principalmente vegetal- y aprovechan heridas fisológicas (como el craking o los pedúnculos subidos de los pimientos) o realizadas por otros insectos (como daños de orugas y chinches) para atacar los frutos. La vida de los adultos es fugaz y en ese corto espacio de tiempo tienen que alimentarse y encontrar pareja, lo que los convierte en unos bichos muy activos y nerviosos que no paran quietos un momento. Cuando están posados mantienen una posición con la cabeza baja, e inspeccionan constantemente la superficie con su aparato bucal. Tienden a concentrarse sobre las heridas o en las flores para alimentarse de savia o néctar (esto es una diferencia radical con la mosca tigre, un depredador que jamás se acercará a una flor) Machos y hembras son idénticos -salvo por el aparato reproductor, claro está- y es imposible distinguirlos a simple vista, aunque hay un pequeño detalle que ayuda a diferenciar los géneros: esta especie tiene un curioso cortejo antes de la cópula, en el que, mientras la hembra permanece inmóvil  el macho se le acerca con las alas extendidas y balanceándose hacia los lados; así que si veis una "mosca bailona" podéis estar seguros que es un macho de Atherigona orientalis.

Por el contrario Coenosia attenuata es un depredador, tanto en estado de larva como de adulto. Estas moscas son auténticos halcones en miniatura que acechan a sus presas y las capturan en pleno vuelo; así que son insectos muy tranquilos, que permanecen inmóviles y erguidos durante la mayor parte del tiempo, como corresponde a un cazador que está esperando a que aparezca una presa. Localizan a sus víctimas mediante la vista, dejando que se acerquen y capturándolas con un vuelo corto y muy rápido; así que -igual que las aves de presa- escojen una percha bien situada y con una visión panorámica de su entorno que les permita localizar a los pequeños insectos voladores de los que se alimentan; cualquier zona elevada les sirve: desde las hojas del cultivo a los alambres y palos del invernadero. Generalmente abandonan los cadáveres de sus víctimas en la misma percha, así que si veis una mosca inmóvil junto a varios insectos muertos, seguro que se trata de una mosca tigre. Como cualquier cazador solitario es un bicho territorial al que no le gusta la competencia, así que cuando la población se dispara compiten por las mejores perchas y es fácil ver escaramuzas entre las moscas. Hay un claro dimorfismo sexual entre machos y hembras; los machos son más pequeños y claros que las hembras, y a diferencia de estas tiene las patas de color amarillo. La cópula es muy rápida (casi tanto como la caza) y muy rara de ver (de hecho solo he visto la que tuve la suerte de fotografiar)

Claro que lo mejor es dejarse de frivolidades a lo Fran de la Jungla, colocar unas placas pegajosas y matar unas cuantas moscas. Una vez muertas y quietas solo hay que coger el cuentahilos y mirar con un poquito de atención. Como podéis ver en la cuarta foto vistas en detalle las dos especies de mosca son muy diferentes, yo diría que casi inconfundibles...