La historia de hoy es antigua, pues comienza hace ya más de
un mes. Todo empezó cuando a finales de agosto recibí un email desde la campiña
cordobesa del compañero Colono, con
fotos de unos extraños síntomas en sus tomates. No tenía ni la menor idea de a
que podían deberse, y así se lo comenté en mi respuesta; pero 10 días después
recibí otro email donde Colono
describía el síndrome con detalle en las fotos de la primera imagen, al tiempo
que comentaba que el problema se agravaba y que comenzaba a temer por la
integridad de la plantación. Con más información era posible investigar un
poco, y –después de preguntar al “señor Google”– me dio la impresión de que
podía tratarse de una toxicidad por manganeso, pues los síntomas coincidían con
las descripciones y las pocas fotos que pude encontrar en la bibliografía. Esto
también coincidía con el hecho de que nunca hubiera visto síntomas de este tipo
en Almería, pues suelen aparecer en suelos ácidos o regados con aguas ácidas, y
por aquí no tenemos muchas ni de los unos ni de las otras. Hasta ahí solo podemos hablar de una especulación técnica,
demasiado poco para asegurar y aún menos recomendar nada. Para alcanzar un
diagnóstico seguro y determinar que está pasando hay que analizar suelo, agua y
hojas de plantas sanas y con síntomas. Aquí es donde muchas veces nos detenemos
en Almería, pues los análisis cuestan un dinero que muchos agricultores no
consideran necesario gastar –y aclaro que están en su derecho de opinar así–.
Pero en este caso nos habíamos encontrado dos tipos bastante curiosos, así que Colono me envió unos días después los análisis de su agua de riego y del suelo de la parcela que aparecen –en parte– en la segunda imagen. El agua de riego era ligeramente básica, pero muy cercana a la neutralidad (pH= 7,47) –aunque en otro análisis anterior era ligeramente ácida (pH= 6,64)– y no aportaba nada de manganeso. El suelo era ligeramente ácido, pero también muy cercano a la neutralidad (pH= 6,35) y rico en manganeso (400,11 ppm), además tenía una textura –aunque franca– muy arenosa (arcilla: 21.3%, limo: 24.4%, arena: 54.3%) detalle que –como veremos más adelante– no es baladí. El caso es que este nivel tan elevado de manganeso en suelo reforzaba mi teoría de la toxicidad, pero con esos valores de pH en suelo y agua no se podía estar seguro; la toxicidad por manganeso –o por otros metales como hierro o aluminio– aparece en suelos francamente ácidos, con un pH igual o inferior a 5,5. Para confirmar el diagnóstico no hay más remedio que analizar las hojas, teniendo en cuenta que las aplicaciones de ditiocarbamatos falsean el resultado (mancoceb y maneb son sales de cobre y manganeso) Dicho y hecho; Colono analizó las hojas de plantas sanas y con síntomas y encontró los resultados que muestra la segunda imagen. En ambos casos se trata de niveles elevados, pero en las plantas con síntomas superan en mucho a los niveles tóxicos –establecidos para tomate en torno a 700 ppm–. El diagnóstico estaba confirmado: Colono se enfrentaba en su invernadero cordobés a una toxicidad por manganeso en tomates, que ya había observado a pequeña escala la campaña pasada y en esta última se había agravado considerablemente. Pero –como he comentado antes– los pHs de suelo y agua de riego indican que, a pesar de los niveles altos de manganeso en suelo, a priori no debían aparecer estos síntomas de toxicidad ¿Por qué?... Veámoslo.
Pero en este caso nos habíamos encontrado dos tipos bastante curiosos, así que Colono me envió unos días después los análisis de su agua de riego y del suelo de la parcela que aparecen –en parte– en la segunda imagen. El agua de riego era ligeramente básica, pero muy cercana a la neutralidad (pH= 7,47) –aunque en otro análisis anterior era ligeramente ácida (pH= 6,64)– y no aportaba nada de manganeso. El suelo era ligeramente ácido, pero también muy cercano a la neutralidad (pH= 6,35) y rico en manganeso (400,11 ppm), además tenía una textura –aunque franca– muy arenosa (arcilla: 21.3%, limo: 24.4%, arena: 54.3%) detalle que –como veremos más adelante– no es baladí. El caso es que este nivel tan elevado de manganeso en suelo reforzaba mi teoría de la toxicidad, pero con esos valores de pH en suelo y agua no se podía estar seguro; la toxicidad por manganeso –o por otros metales como hierro o aluminio– aparece en suelos francamente ácidos, con un pH igual o inferior a 5,5. Para confirmar el diagnóstico no hay más remedio que analizar las hojas, teniendo en cuenta que las aplicaciones de ditiocarbamatos falsean el resultado (mancoceb y maneb son sales de cobre y manganeso) Dicho y hecho; Colono analizó las hojas de plantas sanas y con síntomas y encontró los resultados que muestra la segunda imagen. En ambos casos se trata de niveles elevados, pero en las plantas con síntomas superan en mucho a los niveles tóxicos –establecidos para tomate en torno a 700 ppm–. El diagnóstico estaba confirmado: Colono se enfrentaba en su invernadero cordobés a una toxicidad por manganeso en tomates, que ya había observado a pequeña escala la campaña pasada y en esta última se había agravado considerablemente. Pero –como he comentado antes– los pHs de suelo y agua de riego indican que, a pesar de los niveles altos de manganeso en suelo, a priori no debían aparecer estos síntomas de toxicidad ¿Por qué?... Veámoslo.
El Manganeso (Mn) es muy abundante en los suelos, pues forma
parte de muchísimos silicatos,
que son con mucho los minerales más abundantes de la corteza terrestre. La
meteorización de estos silicatos en el suelo da origen a numerosos óxidos de
manganeso, que son la fuente primaria del manganeso que en pequeñas cantidades necesitan
las plantas –y el resto de los seres vivos–. Pero el caso es que a pesar de su
abundancia pueden aparecer –como todos sabemos y sufrimos– carencias y
toxicidades, y para explicarlo no nos queda otra que adentrarnos en el “feo”
mundillo de la química… ¡Qué le vamos a hacer! En estos óxidos el manganeso se
combina con diferentes números de oxidación
–concretamente 2, 3 y 4– formando el óxido de manganeso (II) –MnO– donde
tendríamos Mn2+, el óxido de manganeso (III) –Mn2O3–
donde tendríamos Mn3+, y el óxido de manganeso (IV) –MnO2–
donde tendríamos Mn4+. Estas tres formas están en equilibrio en el
suelo, dependiendo su concentración relativa de factores químicos (el pH y el potencial redox) y factores
biológicos (actividad de microorganismos oxidantes o reductores de manganeso y presencia de materia orgánica) Y
todo este rollo no es una frivolidad inútil de “perito loco”, pues las
plantas sólo pueden absorber el manganeso en estado de oxidación 2 –el Mn2+–
que es la única forma soluble (aunque sólo a pH ácidos) y la que puede fijarse
en el CIC del suelo, quelatarse con compuestos orgánicos y estar en la solución
de suelo accesible para las raíces. O
sea que –tenga mucho o poco manganeso nuestro suelo– en función de sus
condiciones químicas y de su actividad biológica podemos tener poco Mn2+
–y carencias– o demasiado Mn2+ –y toxicidades–. Viendo las
imágenes del cultivo de Colono o las
de las toxicidades que a veces aparecen en los pimientos roqueteros (ver aquí),
y recordando las carencias que aparecen invierno tras invierno en los pimientos
de Almería, creo que vale la pena profundizar en el comportamiento de este elemento
en el suelo… No es fácil, pero el que quiera seguirme que me sigua.
El primer factor que afecta a la disponibilidad de manganeso
es el pH. En suelos con pH francamente
básico (mayor que 8) predomina la forma más oxidada del manganeso –el Mn4+–
que forma óxido de manganeso (IV) –MnO2– un compuesto francamente
insoluble, por lo que gran parte del manganeso del suelo queda fuera de la
acción de las plantas y de los microorganismos. Es lógico que en estas condiciones –típicas de muchos
suelos calizos, como los de Almería– puede
haber carencias cuando la actividad de los microorganismos baje con los fríos
invernales; si a esto le añadimos la naturaleza caliza y el pH básico de
nuestros suelos es lógico que las carencias de manganeso sean endémicas, pues
parte del poco Mn2+ que queda precipita en forma carbonato de
manganeso (II) –MnCO3– también insoluble a pH alto. Si el suelo tiene un pH claramente ácido (por
debajo de 5,5) estamos en la situación inversa; el manganeso está reducido a Mn2+, soluble y disponible
para la planta –que lo absorberá sin ton ni son hasta pillar una auténtica
“indigestión”– lo que hará que aparezcan
toxicidades. Afortunadamente para nosotros estos suelos tan ácidos no son
frecuentes en el sur de España, y desde luego nunca he visto ninguno en
Almería. Entre estos dos valores de pH,
es decir en el rango entre 5,5 y 8 –que es donde se encuentran la mayor
parte de los suelos agrícolas con los que trabajamos– el equilibrio entre las distintas formas de manganeso dependerá de tres
factores: el potencial redox, la
actividad microbiana –que depende fundamentalmente de la temperatura del suelo– y el uso –o abuso– de abonos acidificantes. En el
próximo post trataremos de desmenuzar cada uno de esos factores y terminaremos
de averiguar que ha pasado en la plantación del compañero Colono y que pasa en los pimientos roqueteros donde aparece este
problema…
Muy buen post. Aquí arriba en Lleida nunca he visto estos problemas, casi todos los suelos estan por encima de 8 de pH.
ResponderEliminarRecientemente he tenido información de un suelo con pimiento en El Solanillo con estos síntomas. El pH del extracto de la pasta saturada del suelo es muy alcalino (8,26), el porcentaje de saturación muy bajo (29%) y la capcidad de intercambio catiónico del complejo de cambio también muy baja (7,13 meq por 100 g. de suelo seco). Si a esto se une un porcentaje de materia orgánica del 0,87 % y un contenido en carbonatos (caliza) del 0,16 % tenemos lo que yo creo que son las condiciones en las que en Almería aparecen los sínomas de la toxicidad por manganeso. Hay que pensar que este pH de 8,26 se corresponde con un un valor de alcalinidad muy débil. Recordar que hay ácidos débiles y ácidos fuertes. Es mucho más alcalino un pH de 7,3 en un suelo de estructura media-pesada con un 8-10 % de caliza que este pH de 8,26. Parte del problema creo que radica precisamente en la poca capacidad tamponadora de estos suelos. Esto unido a las fechas de trasplante del pimiento en pleno verano hace que en las primeras fases de cultivo aparezca esta sintomatología que suele ir remitiendo conforme avanza el cultivo y las condiciones climáticas dejan de ser tan estresantes. Por suepuesto que hay que evitar el uso de ácidos y fertilizantes acidificantes, pero no mucho más se puede hacer, salvo por supuesto renunciar a plantar pimientos y/o judias. La otra opción podría ser la de hacer una enmienda caliza, pero eso ya es otra historia.
ResponderEliminarExcelente post Entomofílico.
Hay le has dado a por ellos... En la segunda parte del post profundizaré en lo que apuntas.
Eliminarpara este tiempo k es mas o menos normal regar los pimientos en un invernadero?los estoy regando dia si dia no con 35 minutos pero parece k es poca agua...ya se k es segun el suelo pero una media mas o menos estandar cual seria.gracias
ResponderEliminarEn mi opinión, aparte del tipo de suelo hay que contar con la carga de fruto recien cuajado. Cuando el pimiento tiene muchos frutos recién cuajados sus necesidades de agua son muy altas, antes del cuaje y después de engordar la "troncá" son mucho más bajas.
EliminarComo ejemplo en unos pimientos del 10 de agosto que están empezando a cuajar ahora mismo estoy regando 3 riegos de 20 minutos. En 10-15 dias probablemente hay que subir al doble de agua para mantener los tensiometros un poco por encima de 20 cB.
Pero cada cultivo es un mundo, así que no puedo decir si es mucha o poca agua la que estás metiendo.
¿como hacemos para ampliar las fotos y los analisis? no se ve bien.
ResponderEliminarEsos sintomas creo que los tuve yo hace años.
Si haces click en las fotos se ven mejor y si te las descargas aún mejor (si todavía no las ves bien mandamé un mail)
EliminarEn cuanto a los análisis... A fin de cuentas son privados, y bastante ha hecho Colono dejándome que señale los datos más relevantes.
Magnesio y sílice pueden ayudar en caso de toxicidad por manganeso
ResponderEliminarVeo la lógica del magnesio -a fin de cuentas es un catión divalente y tiene cierto antagonismo con el manganeso (II)-, pero no veo la lógica en la silice... ¿podrías explicar el fundamento Aguilera?
EliminarParece ser que la acumulación de silicio en las plantas superiores mejora la tolerancia al manganeso en muchas especies sensibles, de esta manera las plantas con más silicio toleran mejor los niveles altos de manganeso. Habrá que probarlo como medida de emergencia... Gracias Antonio.
EliminarClaro que mejor prevenir que curar, y en mi opinión en la mayoría de los casos este problema se puede prevenir.
Los mecanismos de acción del silicio son variables entre especies: pero en la judía que sería la más parecida a nuestro caso el Si provoca una distribución uniforme del Mn en toda la hoja y se vuelve menos tóxico. En el calabacino que se estudió mucho el mecanismo es mucho más complejo (acumulación diferencial) y dependía de la variedad. En el arroz es un aumento de la capacidad de oxidación de la raíz.
Eliminar¡Qué bien viene tener un botánico a mono para estas cosas! (jejejeje)
Eliminar...quería decir "a mano"... (Upssss)
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