Alguna gente recordará que hace años casi no había peritos en el campo, pero los que había tenían bastante influencia. Los que empezábamos en esto de la agricultura nos entreteníamos leyendo cualquier cosa que cayese en nuestras manos. Las revistas agrícolas eran, entonces devoradas con avidez. Unos pocos fueron los pioneros y muchos aprendimos bastante de esa avanzadilla. Aquí pongo un ejemplo que viene al caso porque es tiempo de melones. El enlace del artículo de 1982 es este: El forzado del melón, por José Antonio Correa.
Hice la Mili en el Campamento Álvarez de Sotomayor en Almería, en el año 79/80 y un amigo me invito a comer, sería por el mes de enero. Tenía invernaderos y trajo un melón muy esférico de unos 15 cm de diámetro, me comentó que se producía emparrado. Yo nunca los había visto de ese tamaño e impensable que se produjera en invierno. Comentó que: "como es pequeño, se podrá comer partido por la mitad llenando de licor el lugar de las semillas, y comiendo con cucharilla el melón regado con el licor". Cosa que hicimos al finalizar la comida.
ResponderEliminarDespués de 35 años no he vuelto a probar ese postre, pero aún lo recuerdo, como también el nombre de mi amigo, Manolo García Bernabéu, era de alicante, pero luego vivió en El Egido.
Un catalán.
Jaume,
me alegro
EliminarQuien haya seguido el enlace habrá comprobado que en la recomendación de abonado para goteo dada por José Antonio Correa no se incluye el nitrato cálcico. Fue precisamente por esos años cuando empezaba a introducirse en Almería este fertilizante. Al primer técnico que vi recomendándolo fue a Prudencio hayá por el año 1980-81. A partir de entonces el uso de este fertilizante se generalizó en Almería. Puede parecer inverosímil que, sobre todo con ciertas aguas, se pudieran cerrar los ciclos de los cultivos sin el nitrato de cal y sin embargo se podían ver buenos, regulares y malos cultivos, como hoy. También quiero resaltar que la recomendación del abonado en riego por goteo va acompañada de su correspondiente dotación volumétrica de riego, como debe de ser, resultando un aporte de la mezcla de abonos de 0,8-1,0 g/l. José Antonio fue uno de los pioneros y su artículo soporta muy bien el paso del tiempo.
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