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martes, 30 de septiembre de 2014

Misterios tomateros con el calcio y la "peseta" (2 de 2)

Nos habíamos quedado ayer con la finca donde sí hubo problemas de peseta en el 2012. Como podéis ver en la foto, entre finales de septiembre y primeros de octubre comenzó a aparecer blossom end rot en los frutos a medio engordar del primer ramo. Se trataba de un cultivo realizado en suelo sin enarenar, sobre un caballón que después se acolchó con plástico negro -para evitar malas hierbas y reducir la evaporación-. Para el riego se había utilizado un sistema de hidropónico -con goteros antidrenantes, microtubos y piquetas- colocando las piquetas en el agujero de plantación, cerca del cuello de la planta. El agua de riego que se utilizó en este cultivo tenía una conductividad eléctrica de 1,2 dS/m -más que aceptable para tomate-, aunque los propietarios de la finca -el agricultor la había cogido a renta ese año- habían utilizado en las campañas anteriores un pozo "privado" que rondaba los 4 dS/m.
En cuanto aparecieron los síntomas, el propio agricultor realizó un análisis de suelo, cuyo informe podéis ver en la segunda imagen. Ignoremos las marcas de bolígrafo y analicemos en profundidad los resultados, que la cosa tiene miga... Para empezar, se trata de un suelo franco, con un alto porcentaje de limo -le falta poco para ser franco-limoso- y una cantidad de arcilla relativamente baja; vamos, que es un suelo fresco, pero que no retendrá demasiada agua y drenará muy bien. El CIC del suelo es bastante alto (17,11 meq/100 g), cerca de lo que ya se puede considerar un suelo fértil -con un poco más de materia orgánica sería casi perfecto-, pero además el complejo de cambio muestra unos niveles de calcio excelentes (13,09 meq/ 100 g, o sea, un 76,5%); y encima los niveles de carbonato cálcico son altos (27,47%) con lo cual la reserva primaria de calcio en el suelo está más que garantizada. Si nos fijamos en el extracto saturado, los niveles son demasiado altos (sobre todo en el caso del sulfato), pero las relaciones entre los cationes son buenas, lo que indica que el abonado pudo haber sido excesivo, pero relativamente equilibrado. Si nos centramos en el calcio, tiene un nivel de 32,7 meq/L -o 16,35 mmol/L-, o sea que por estar, el calcio está hasta demasiado alto, ayudado por el hecho de que el agricultor incremento el aporte de calcio en cuanto vio la "peseta" en sus tomates; así que si ayer teníamos carencia de calcio sin "peseta", hoy tenemos "peseta" con un suelo que tiene calcio a puntapiés... ¡Vaya por dios!. La conductividad es también altísima (6,22 dS/m), pero ya vimos en el post de ayer que -incluso sin calcio en la solución del suelo- esos niveles de conductividad eléctrica no tienen por que causar "peseta" a un tomate; como bien saben muchos tomateros de Nijar -acostumbrados a lidiar con aguas muy salinas y a bregar con conductividades similares en sus suelos- con estas conductividades el calibre del fruto se resiente, pero no tienen porque aparecer problemas de blossom end rot si el manejo del riego y del clima es el adecuado. El agricultor estaba metiendo riegos bastante largos -de hecho, estaba metiendo mucha agua- y una conductividad de abonado no demasiado alta para tomate (algo menos de 3 dS/m)
¿Qué demonios estaba pasando para qué tuvieramos conductividades altas y blossom end root en un suelo excelente, donde se estaba aplicando agua más que suficiente, con un agua de riego de conductividad moderada y un abonado correcto?... Ahí es donde entran en juego varios detalles. Cojamos el caballón regado con un solo gotero colocado justo al lado de la planta y un suelo pobre en arcilla que drena muy bien; combinémoslos con los riegos largos que diariamente estaba aplicando el agricultor y tendremos la respuesta: La dotación de agua diaria era correcta, pero se estaba aplicando incorrectamente -en un riego largo-; se habían formado canales preferentes justo debajo del gotero (en los que el agua siempre va por donde ya hay agua, como las gotas de lluvia que resbalan por el cristal de una ventana), así que el agua escapaba a las capas profundas del suelo -fuera del alcance de la raíz- sin alcanzar el resto del caballón, que al desecarse había concentrado las sales hasta niveles demasiado altos. El caballón, primorosamente preparado para albergar las raíces de las plantas de tomate, se había convertido en gran parte en un frente salino incapaz de proporcionar agua a las plantas. Resultado: estrés hídrico extremo a las pocas horas de acabar de regar -probablemente más o menos desde el medio día hasta el crepúsculo durante todo el mes de septiembre- con frutos recién cuajados en las plantas y, consecuentemente, "habemus pesetazo". El problema derivaba de un manejo del riego inadecuado, que debería haber sido fraccionado en varios riegos diarios incluso desde antes de la plantación, en los riegos destinados a poner el caballón en tempero.
Y es que el movimiento del agua en el suelo depende de dos fuerzas: por un lado la gravedad, que tiende a arrastrar el agua hacia abajo y aumenta con la duración del riego -a más minutos, más agua; a más agua, más masa y a más masa, más gravedad-; y por otro la capilaridad, que tiende a arrastrar al agua hacía los lados y aumenta conforme en el suelo hay fracciones más finas -o sea, cuanta más arcilla tiene el suelo-. El vídeo siguiente -extraído de youtube- ilustra perfectamente lo que he expuesto (está en inglés, pero puede seguirse fácilmente sabiendo que sand significa arena, slit significa limo y clay significa arcilla)



Viendo el vídeo parece claro que, cuanto menos arcilloso sea un suelo, más cortos tendrán que ser los riegos para provocar que el agua se mueva hacia los lados... Si en suelos que drenan muy bien (como es el caso del suelo franco -casi franco-limoso- labrado en caballón de aquella finca) damos riegos muy largos, la gravedad durante el riego será siempre mucho más fuerte que la capilaridad, así que el agua tenderá a perderse hacia los horizontes más profundos del suelo sin moverse apenas hacia los lados. Si perseveramos en el error, acabaremos formando canales preferentes en un bulbo húmedo muy estrecho, por el que agua circulará muy rápido por gravedad sin apenas movimiento lateral -que fue exactamente lo que pasó en el caballón de aquella finca-.
Ahora mismo más de uno estará pensando que eso no pasa en sus fincas enarenadas; y es verdad, porque -salvo en suelos muy arenosos- este fenómeno no suele ocurrir en los enarenados. ¿Por qué? Porque nuestro enarenado es un suelo extremadamente estratificado, con arena en la capa superior y una tierra más o menos arcillosa en la capa inferior, es decir, es un suelo con dos horizontes muy bien diferenciados y con tasas de infiltración muy diferentes. Cuando se da un riego largo en un enarenado pasa algo similar a lo que ocurre en el segundo vídeo -concrétamente en el periodo entre los 1:27 minutos y los 2:09-, aunque algo menos acusado. El agua que sale por nuestro gotero atraviesa rápidamente la capa de arena, pero cuando llega al suelo se frena al disminuir la tasa de infiltración; este cuello de botella provoca que el agua se desborde hacia los lados y se abra el bulbo húmedo -lo que coloquialmente llamamos aquí "hacer camá"-. Tan solo en enarenados sobre suelos muy arenosos, donde la diferencia entre las tasas de infiltración de la arena y el suelo es muy baja, pueden aparecer problemas de este tipo; y os aseguro que no hablo por hablar, alguno he sufrido en mis propias carnes.


Después del análisis el agricultor cambio la forma de regar, cambiando el riego largo por varios riegos diarios más cortos, pero resaturar y lavar un caballón es un proceso muy difícil y muy lento[1], así que -a pesar de los numerosos tratamientos con toda clase de gargerias (quelatos de calcio incluidos) que aplicó el agricultor- los problemas persistieron durante semanas, hasta que la bajada de las temperaturas y los días más cortos redujeron la demanda de agua de la planta. En las siguientes campañas el agricultor comenzó desde el principio a dar varios riegos cortos al día, y los problemas de peseta no volvieron a repetirse.

En los comentarios de hace dos sábados se me pidieron argumentos y se me instó a recomendar los mismos productos que recomiendan muchos de mis compañeros de profesión (y aclaro que están en su perfecto derecho de hacerlo) En cuanto a lo primero creo que he sido más que generoso en estos dos post. En cuanto a lo segundo, llevo ejerciendo mi profesión 17 años en la comarca del Poniente almeriense y -gracias a los requerimientos de los programas de calidad- he visto e interpretado cientos de análisis de suelo, en muchos de los cuales se reflejaban las nefastas consecuencias para nuestros suelos de abonar a base de "pelotazos de güano", tratando de modificar -la inmensa mayoría de las veces sin conseguirlo- el comportamiento de la planta de un plumazo, sin actuar sobre los parámetros que realmente influyen sobre el vegetal, que no son otros que el riego, el clima y las faenas culturales. Y que al mismo tiempo, trabajando como trabajamos con aguas de riego de excelente calidad y suelos naturalmente calizos, se hable de "suelos bloqueados", de "calcios quelatados" o de "quitasales" me parece una soberana absurdez. En todo este periodo aún no me he encontrado con un problema de blossom end rot que no se debiera a manejos inadecuados del riego o a condiciones climáticas extremas, muchas veces provocadas por manejos erróneos del blanqueo o la ventilación. Respecto a mi opinión sobre los famosos quelatos de calcio, considero que son innecesarios para prevenir la peseta y totalmente inútiles para corregirla; como he dicho alguna vez en algún comentario, opino que si hablamos de hortalizas de fruto -que es lo que trabajamos en los invernaderos de Almería y de lo que puedo hablar- la ligera mejoría que experimentan las plantas cuando se utilizan estos productos no es atribuible al calcio, sino a los aminoácidos que acompañan a estos quelatos -o que directamente complejan al catión-; no en vano algunos aminoácidos tienen efecto osmoprotectante en los vegetales, contribuyendo a mejorar el potencial osmótico de las células y por tanto su resistencia frente a estreses salinos, hídricos o transpiratorios. Pero ya puestos, personalmente prefiero no andarme con pamplinas y utilizar directamente sustancias con este efecto osmoprotectante que están disponibles en el mercado desde hace muchos años, como pueden ser el GABA (Auxigro) o la glicina-betaína (Greenstim). Líbreme dios de tratar de convencer a nadie; la fe es libre, y libre soy yo también de centrar mi fe en la química, la física y la fisiología vegetal en vez de en la vieja agricultura de la sota, el caballo y el rey.

[1] Como bien saben aquellos que han intentado resaturar una bolsa de sustrato, volver a saturar una pequeña bolsa de sustrato de 25 o 30 litros es una pesadilla si el sustrato es lana de roca, que apenas tiene capilaridad. Incluso la perlita, que tiene una capilaridad más que notable, es muy difícil de resaturar si el corte de drenaje se ha realizado en el fondo de la bolsa y no se ha dejado agua de reserva; así que imaginad la dificultad de resaturar y lavar ese enorme caballón, con un volumen muy superior a cualquier bolsa de sustrato.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Misterios tomateros con el calcio y la "peseta" (1 de 2)

Tan animada fue la discusión en los comentarios del post referente al calcio y la "peseta" -que hace dos sábados publicó Aguilera- (ver aquí), que me he animado a rescatar del archivo un par de casos que el compañero Errekerre tenía muy bien documentados. A estas alturas no será ningún secreto para los lectores del blog que Errekerre y yo caminamos principalmente por la zona de Tierras de Almería, así que no estamos hablando de aguas con conductividad alta y cloros y sodios por las nubes; los casos que voy a comentar han ocurrido utilizando aguas de riego con una conductividad eléctrica de apenas 1 dS/m, y con unos niveles de cloro y sodio muy discretos; vamos, con un agua de riego que envidiarían la inmensa mayoría de los agricultores de esta bendita piel de toro.
Empecemos con unas fotos del primer caso, que sin duda provocarían una animada y larga conversación en cualquier bar de Roquetas, Vicar, o cualquier otro pueblo eminentemente tomatero. Las fotos son de una plantación de tomate de ramo injertado -creo recordar que Ramile- situada a pocos centenares de metros del famoso bar de la güarra, y están tomadas a mediados de octubre del 2012. Muestran una planta excesivamente fuerte -que no termina de abrir bien las flores y que tiene el cogollo completamente rizado- en la que han comenzado a aparecer amarilleos y marchiteces en los extremos de las hojas apicales. A buen seguro, en esa hipotética charla de bar se expondrían todo tipo de especulaciones y se propondrían gran número de tratamientos "milagrosos" para corregir el problema, y muy probablemente el diagnóstico que he colocado sobre las imagenes -en letras bien grandes- sería calificado por muchos como "tonterias de perito"... Afortunadamente, ni a Errekerre ni a mí nos gusta especular, así que en su día analizamos la planta y el suelo, y a la luz de los resultados de los análisis, nuestro diagnóstico es -como podréis comprobar si seguis leyendo- inapelable.
A la derecha podéis ver el análisis foliar de la planta (si hacéis click sobre la imagen y/o la descargáis se leerá perfectamente) Si nos fijamos en los macroelementos, el nitrógeno, el fósforo y el potasio están en niveles correctos, si bien es cierto que el nitrógeno está cerca del límite superior y el potasio cerca del límite inferior, hecho que convendrá recordar más adelante. Los problemas surgen con el calcio (1,81%), que está bastante por debajo del límite inferior (2,5-5%), y el magnesio (0,73%), que está bastante por encima del limite superior (0,4-0,6%); de ahí mi rotunda afirmación de que los síntomas de las fotos son daños por carencia de calcio[1]. En los microelementos no hay nada que destacar; todos están en niveles aceptables, si tenemos en cuenta que la barbaridad de cobre que aparece proviene de aplicaciones foliares con sales de cobre, realizadas por el agricultor para frenar la planta -sin mucho éxito, todo hay que decirlo- y que los niveles de sodio esperables en un tomate bien nutrido han de ser menores de 1800 ppm.
El agricultor -convencido de que el nitrato de calcio lanzaría a sus tomates hasta el infinito y más allá- no había aplicado ni un solo gramo de este abono al cultivo, y había basado su abonado en aquella vieja cantinela de "A los tomates... ¡buenos viajes de potasa!" que tantas veces oí en mis ya lejanos tiempos de perito por tierras de Vicar; y esto se reflejaba perfectamente en el análisis de suelo que podéis ver a la derecha. Pero vayamos por partes; texturalmente el suelo es muy bueno, con una textura franco-arenosa -que no es simplemente franca por un pelín- y un nivel de materia orgánica excelente para lo que solemos ver en El Ejido (4,78%), lo cual le da un CIC de 13,37 meq/100 gr -bajo, pero mucho mayor de lo que habitualmente me encuentro-. Lo dicho, un suelo muy decente al que se estaba machacando con aplicaciones masivas de sulfato potásico, cloruro potásico y nitrato potásico, como puede verse en el extracto saturado: ¡25,32 mmol/L de potasio! -tres veces y media lo máximo que yo recomendaría-, si a eso sumamos la cantidad desproporcionada de sulfatos (12,85 mmol/L) y cloruros (29,41 mmol/L) podemos estar bien seguros de que los "viajes de potasa" habían sido salvajes. Este desbarajuste había llevado la conductividad eléctrica del suelo a unos escalofriantes niveles de 6,52 dS/m a base de meter abono, lo cual -bien mirado- tiene mérito partiendo de un agua de 1. Respecto a los demás nutrientes, el nitrato se mantenía en unos correctos 6,19 mmol/L -a fin de cuentas, se estaba aportando nitrato potásico-, el magnesio andaba donde suele estar y el calcio estaba medio desaparecido en combate con unos pobres 4 mmol/L -debería andar cerca de los 10, con un valor que doblara el del magnesio-. Además, pensando a largo plazo, toda esta tormenta potásica estaba afectando al complejo de intercambio catiónico del suelo; en un suelo bien trabajado, el porcentaje de calcio del CIC debe estar cerca del 60% y el del potasio matenerse alrededor del 10%, pero estos excesos estaban afectando al complejo de cambio, que se estaba desplazando hacia el potasio. Los viajes de potasa no solo estaban provocando carencias de calcio en la planta sin conseguir regularla, además estaban estropeando el mismo suelo; manten durante años abonados de este tipo, prescinde de la materia orgánica y el estiércol, y el suelo comenzará a "bloquearse" como si fuera un teléfono móvil... Y claro, habrá que "desbloquearlo" a base de garrafas milagrosas, con nombres espectaculares y etiquetas llenas de colorines.
¡Casí se me pasa! Si nos fijamos en los resultados de los análisis de suelo y foliar, resulta muy curioso que con una solución de suelo en la que prácticamente la mitad de los cationes eran potasio, la planta tuviera unos niveles de potasio en hoja relativamente bajos, casi carenciales. Y tan o más curioso resulta que, con unos niveles de nitratos en suelo relativamente bajos, el nitrógeno en hoja estuviera muy cerca de los niveles máximos asumibles... La explicación es evidente, aunque no gustará a algunos: la planta toma los nutrientes que necesita en función de lo que está haciendo, y no servirá de nada que la atosiguemos con el nutriente que necesita cuando está haciendo otra cosa. Una planta con déficit fotosintético, sin estrés hídrico ni carga de frutos estará muy vegetativa y solo pensará en crecer, así que limpiará el suelo de nitratos aunque nosotros se lo atiborremos de potasio; aumenta la fotosíntesis -aumentando la luz y ajustando el déficit de presión de vapor-, provócale un cierto estrés hídrico -reduciendo los riegos- y cambiará rápidamente a un estado generativo en el que solo pensará en cuajar, conforme más cuaje más potasio necesitará y entonces limpiará el suelo de potasio aunque nosotros lo atiborremos de nitratos y amonio. Una pena, pero es lo que hay; las plantas son seres vivos complejos, y no tienen "cambio de marchas".
La historia tuvo final feliz, más que nada porque la solución era muy simple... Fue fregar bien el plástico (el agricultor mantenía cierto blanqueo por miedo a la mosca blanca), ajustar los riegos y abonar con un abonado equilibrado -que, evidentemente, incluía nitrato de calcio- y los tomates mejoraron rápidamente. Aunque al final los técnicos pillamos un poco de chispa, porque la mejora de la plantación fue tan rápida que se adelantó a la llegada de los resultados analíticos, así que el agricultor nos reprochó -eso sí, con la boca pequeña- la necesidad de los análisis. ¡Qué le vamos a hacer!... Para eso también estamos los peritos de campo.
Por cierto, a pesar de que la planta había sufrido una carencia de calcio confirmada analíticamente, no apareció un solo fruto con peseta. Los problemas de peseta aquel año 2012 se concentraron en la finca de la última foto, donde los niveles de calcio en suelo eran excelentes. Pero eso lo dejaremos para el próximo post...



[1] La absorción de calcio y magnesio es por flujo de masas y las características químicas de ambos cationes son muy similares. Por ello es frecuente que cuando una carencia de calcio no es inducida (es decir, se origina por un nivel insuficiente de calcio en la solución del suelo o el sustrato) coincida con niveles elevados de magnesio. De hecho, cuando se abona en hidropónico uno de los factores que hay que tener en cuenta es que en la solución nutritiva el nivel de calcio sea siempre más o menos el doble que el de magnesio, para favorecer su entrada pasiva en la planta en las proporciones correctas. Claro que esto es algo muy facil de decir, pero bastante difícil de conseguir con algunas aguas de riego...

sábado, 27 de septiembre de 2014

ToLCNDV en el valle del Guadalquivir

No era de extrañar y para muchos no será una novedad. El tristemente famoso virus de Nueva Delhi (ToLCNDV) hace ya meses que salió de las zonas agricolas centradas en el cultivo hortícola -Murcia y Almería- para hacer de las suyas por España. Ya a finales de septiembre del año pasado un amigo cordobés me envió la primera foto por email: una planta de calabacín con síntomas más que evidentes de nuestro nuevo enemigo. En su día me comentó que solo se habían visto un par de plantas, y que la cosa no había ido a mayores. Como dice el dicho: "una golondrina no hace un verano", así que hace un año opté por la prudencia y dejé esa foto en mi "archivo de clasificados", aunque recuerdo que dejé caer algún comentario con la noticia de que el Nueva Delhi había llegado al valle del Guadalquivir.
Pero hace unos días otro amigo de la campiña cordobesa me envió la segunda foto del post. Se trata de plantas de melón negro con evidentes síntomas de ToLCNDV, realizadas hace apenas una semana en un pequeño invernadero de Córdoba. Los síntomas foliares podrían atribuirse a mil y un motivos, pero combinados con el rajado longitudinal de los frutos no hay dudas; es el puñetero Nueva Delhi haciendo de las suyas en la otra esquina de Andalucía. Parece ser que esta vez se trata de una infección más grave, con bastantes plantas afectadas, que quizás impida continuar con el cultivo hasta el final... No soy experto en melón negro, pero -por lo que he podido averiguar- cuando empiezan a reventar melones con ese tamaño -algo menos de un kilo- los frutos supervivientes no alcanzarán un tamaño comercial, no conseguirán un buen grado de azucar y desarrollarán un escriturado demasiado intenso. Mal asunto...

Estos casos en otras zonas agrícolas con una pobre tradición en el cultivo de cucurbitáceas, junto con la relativamente poca presencia durante la primavera y el verano de este virus en Almería nos indican -a mi juicio- tres cosas:
1.- Que las medidas preventivas contra mosca blanca tomadas en Almería son efectivas y han reducido la incidencia del ToLCNDV en la zona.
2.- Que el Nueva Delhi es todavía un gran desconocido. Aparte del tipo de transmisión no conocemos casi nada más de él; serán necesarias muchas investigaciones para conocerlo en profundidad, y demostrar o descartar sospechas que por ahora solo son meras especulaciones.
3.- Que el ToLCNDV no se ha ido; está ahí, esperando a que bajemos la guardia para montarnos otro cristo a poco que nos descuidemos.

Estas son mis conclusiones, cada cúal que saque las que quiera...

lunes, 22 de septiembre de 2014

Mancha pálida

Los mecanismos de las plantas para sobreponerse a los distintos tipos de estreses son variados y complejos. Todos estais hartos de observar, en los últimos años, la patología de la foto. Este defecto del fruto se presenta en respuesta a un estrés por altas temperaturas. De hecho solo se observa en los primeros cortes de los pimientos tempranos. Cuando los mecanismos normales de control fallan por efecto de las altas temperaturas a la planta aún le queda la defensa más radical, la muerte celular
programada. Hay que tener en cuenta que los frutos pueden estar mucho más calientes que el resto de la planta debido a su poca transpiración. Las temperaturas que alcanzan pueden llegar a 10 º C por encima de la temperatura del resto y del aire. La fisiopatía parece caracterizada, otra cosa es su prevención. Se ha postulado la utilización de productos aliviadores (principalmente los que bloquean los radicales libres). De los potencialmente disponibles los más asequibles son el ácido ascórbico (alias de la vitamina C) y el manganeso.
En el gráfico de un artículo de Scientia Horticulturae se observa una regresión cuadrática notable entre calidad de fruto y contenido en manganeso en el fruto, alcanzando el máximo de calidad con 44 ppms. Pero el problema es alcanzar esas concentraciones en nuestros sistemas ya que el experimento se hizo en perlita. ¿Quizás foliar? ¿En riego? Ahora mismo no lo se.

sábado, 20 de septiembre de 2014

La carencia de calcio no es la causa de la "peseta"

Tantos años de academia perdidos como diría Buzz lighyear. Pues si.
 Todos los estudios modernos indican que la falta de calcio en los frutos con "peseta" es la consecuencia y no la causa de dicha fisiopatía. ¿Y en que se basan los investigadores para asegurar tal cosa?
1-Si se utilizan antigiberelínicos, esto es, retardantes del crecimiento, la "peseta" no aparece.
2-Si tratamos las plantas con ácido abcísico (ABA) que tiene efectos contrarios a las giberelinas tampoco aparece "blossom-end rot".
3-Para bajos niveles de calcio en la solucion nutritiva la planta tiende a ser más vegetativa con mayores desarrollos de raices y tallos y por supuesto niveles de giberelinas altos.
4-Los niveles altos de giberelina en la planta la hace más subceptible a los efectos provocados por estrés, se acumula menos calcio en las células e incrementa el riesgo de BER.

¿Y cuales son los factores propiciadores de la "peseta" ? Se indican algunos como: salinidad, sequía, alta inténsidad lumínica, calor y nutrición amoniacal. Los que ya sabíamos.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Nakati (Solanum aethiopicum)

Los inmigrantes subsaharianos que provienen de áreas rurales tienen tendencia a hacer su huertecillo donde pueden. Me llamó la atención esta planta con forma de berenjena, el fruto sin embargo parece un tomate. Lo utilizan en Asia y Africa en las comidas. Para las berenjenas nuestras quizá lo importante es que es una fuente de resistencias u otros caracteres puesto que se puede hibridar con ella. Como es una verdura que en África se consume bastante, en algunas ocasiones se utilizan cultivos mixtos con el caupí y parece que es rentable allí. Yo aquí la he visto en cultivos pequeños de 20-30 plantas. La hoja parece ser también comestible. 

sábado, 13 de septiembre de 2014

Fichas de transferencia (Cajamar)

No conocía las fichas de transferencia que edita Cajamar y que normalmente están basados en las jornadas técnicas que ellos organizan. Debe ser algo nuevo porque solo aparecen fichas de 2014. Las fichas que se encuentran en su web son:
-Parámetros de calidad interna de hortalizas y frutas en la industria agroalimentaria pdf
-Vegetación autóctona y control biológico: Diseñando una horticultura intensiva sostenible pdf
-Parámetros de calidad externa en la industria agroalimentaria pdf
-Nuevas perspectivas del control biológico en invernadero pdf
-La Papaya en el sur de España

Yo creo que merece la pena leerlos.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Curso de Fertirrigación

Se nota el inicio del curso académico y proliferan las ofertas. Este curso es ideal para quien quiera profundizar en el conocimiento de las técnicas de riego en los invernaderos. Para nuestra satisfacción uno de los ponentes es nuestro amigo A por ellos.

sábado, 6 de septiembre de 2014

El futuro de la judía

Todo el mundo sabe que los avances en la genética de la judía son muy lentos y poco llamativos. Los cruces son complicados, las variedades europeas que provienen de los Andes no cruzan bien con las variedades centroamericanas con lo cual se pierde una gran cantidad de variaciones. La produccion de semillas es muy pobre, un pimiento puede contener más semillas que una planta de habichuela al completo. Se están experimentando cruces con especies próximas, por ejemplo, el tépari que confiere gran resistencia a la sequía. Aquí en España el último avance es el injerto sobre pie de Vigna unguiculata, el caupí o como se llama por aquí, el figüelo. Los injertos que he visto son de cuña o de empalme. Aunque si funciona bien este último es preferible. Por lo pronto vamos a conseguir más vigor, mejor sistema radicular y puede que alguna resistencia a Meloidogyne (batatilla). En Australia se injerta para escapar del Fusarium oxysporum f. sp. tracheiphillum, que parece que allí es un gran problema. Para evitar el exceso de transpiración a la judía se le cortan las hojas o se recortan bastante.

viernes, 5 de septiembre de 2014

"La maldad de la tierra"

Siguendo con el post del lunes
Pues si, como se decía antes la tierra a veces tiene maldad. Es lo que más propiamente describimos como tierra cansada de la que ya he escrito varias veces. La planta de la foto estaba en una finca con tierra cansada, se arrancó y se colocó encima de la arena y cerca de un gotero. La reacción ha sido bastante notoria puesto que a partir de raices bastante dañadas ha generado gran cantidad de otras nuevas y completamente sanas. Y solo le pasa  a los pimientos, y que hongo es específico de pimientos y que afecta a la raíz? Pues el ya famoso Fusarium oxisporum f. sp.  radicis-solani, para mi es un claro candidato pero tendrán que estudiarlo, dudo que aparezca de pronto en un semillero y no sea más bien un habitante común de nuestros suelos cuando no desinfectamos con metán o cloropicrina.

jueves, 4 de septiembre de 2014

No nos olvidemos de los clásicos (Cultivo de judía)

La judía ha sufrido muchas vicisitudes. Ahora la producción vuelve a repuntar después de unos años que estuvo de capa caida. Es una especie cuyas variedades se mantienen muchos años porque no hay grandes novedades porque se producen variedades puras y no se beneficia del vigor híbrido y ni de la introducción de resistencias a no ser a un ritmo lentísimo. Si miramos en este libro clásico veremos que hay muchas variedades que aún se cultivan. Para quien tenga ganas de leer aquí está el enlace.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Curso de postcosecha

No se si he puesto este cartel antes, pero bueno, sirva para decir que se acaba el plazo de inscripción dentro de dos días y parece interesante para los técnicos de las empresas de comercialización, sobre todo para los de control de calidad, o los que pretendan serlo en el futuro. Formación continua se llama esto. Por cierto unos cursos que deberían pagar las empresas. Los conocimientos no llueven del cielo. Además es barato, solo 5 o 6 cubalibres.


lunes, 1 de septiembre de 2014

Lo que entiendo por tierra cansada

Normalmente aparece por rodales, y coincide con fincas donde ese año no se ha desinfectado con metan ni cloropicrina. Si miramos las raices se ven necrosis en manchas pero principalmente se inhibe el crecimiento de muchas de ellas, no apareciendo pelos absorbentes, ni en sitios favorables. Hace unos años el profesor Tello hizo unos experimentos en Murcia y llegaron a la conclusión de que eran hongos saprofitos que en determiandas condiciones atacaban la raíz de forma dispersa y sin provocar una patogenia clara discernible. No he encontrado la publicación pero creo que hablaban de hongos del género Fusarium.  La conclusión que se extrae es, que hay que desinfectar, sobre todo en vegas viejas, a no ser que se siga un protocolo más moderno de mejora del suelo como se intenta en ecológico. En la foto del tomate se ve al fondo la marte que ha sido desinfectada y en un primer plano plantas de desarrollo deficiente y donde no se ha desinfectado.













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