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domingo, 31 de marzo de 2013

El gusto es mio

No hace mucho escuchando una tertulia de radio, se hablaba (mira que sabe esta gente, hablan con una propiedad que te convence, lo malo es cuando hablan de algo que uno conoce bien, entonces te das cuenta de la inconsistencia de sus palabras), bien, pues hablaban sobre el sabor de frutas y hortalizas, de lo exquisito de estas cuando se consumen en su época natural y lo desabridas de esas que se cultivan a contratemporada de forma "artificial" (??), hablaban de las hortalizas de invernadero, logicamente, (los tomates saben a suelas de zapatos, decian, como si alguno de ellos hubiese probado las suelas de zapatos).
Son muchos los años que llevo escuchando esta misma afirmación, tantos que ya se ha creado  a nivel consumidor una leyenda urbana, o así lo considero yo, porque o bien tengo el sentido del gusto atrofiado o para mi no hay diferencia de gusto entre un tomate de huerta y uno de invernadero, por ejemplo, y los he probado ambos y bastante, de forma coetánea.
Otra cosa es que quizás sea más apetecible comerse una ensalada a 35ºC en verano, que a 5ºC en invierno, pero el sabor no varia.
Así que ya está bien de catalogar a los productos de invernadero como insípidos, insalubres, artificiales... son tan gustosos, sanos y naturales como el resto.

Gloria Gaynor fue una de las divas de la música disco en los 70. Uno de sus mayores exitos fue I will survive, un himno, en su tiempo de la liberazión femenina y hoy en dia himno del orgullo gay. Una buena canción.


viernes, 29 de marzo de 2013

EL RIEGO EN CULTIVOS SIN SUELO (2). BANDEJA DE DEMANDA

En la entrada “El riego en cultivos sin suelo (1)” terminaba recomendando el uso de la bandeja de demanda para el control del riego como método sencillo, económico y fiable.
Antes de nada quiero dejar aclarado que la bandeja a la que me estoy refiriendo en este artículo, y que describiré en el siguiente párrafo, nada tiene que ver con la, pretenciosamente denominada, bandeja inteligente. Esta bandeja está dejando de utilizarse por su deficiente control del riego, su coste elevado y una mayor dificultad para ponerla a punto. La idea original era ingeniosa. Se trataba de poder controlar el riego por el ajuste y programación de un valor de porcentaje de drenaje, parámetro éste considerado de vital importancia en los cultivos sin suelo. El mecanismo consistía en disponer sobre una bandeja alguna unidad de cultivo (saco, tabla o contenedor) de tal forma que el agua de drenaje pueda ser recogida, medido su volumen y cuantificado el porcentaje de drenaje, merced a los datos de riego (caudal y número de goteros sobre la unidad de control) previamente introducidos en un programa. Comparado el porcentaje de drenaje obtenido en el riego, con el programado, el sistema modificaba el tiempo de riego o la frecuencia del mismo para, en el siguiente riego, corregir dicho valor y ajustarlo al programado. Por distintas causas esta bandeja inteligente no llegó a funcionar correctamente y ha ido quedando en desuso.
El sistema al que nos vamos a referir se denomina bandeja de demanda. Tampoco esta debe de ser confundida con la bandeja de drenaje que es la utilizada en los cultivos sin suelo para recoger el agua de drenaje y calcular su porcentaje, además de servir para hacer un muestreo de la CE y el pH de la solución nutritiva drenada. La bandeja de demanda consiste en un recipiente, en forma de bandeja, como su propio nombre indica, sobre el que se ponen varias unidades de cultivo (generalmente dos) con el propósito de poder recoger el agua de drenaje y controlar, de este modo, el agua que consumen las plantas que están en la bandeja. El control de este consumo, relacionándolo con los porcentajes de drenaje medidos en la bandeja de drenaje, sirve para manejar el riego adecuadamente.
El esquema de una bandeja de demanda se muestra en la figura adjunta. La bandeja se coloca en el suelo dándole una pequeña pendiente longitudinal (la pendiente transversal forma parte del propio diseño de la bandeja), de forma que el agua drenada se recolecte en un receptáculo provisto de un rebosadero. El nivel del rebosadero debe de quedar un poco por debajo del punto más bajo del sustrato para evitar que este pueda quedar anegado. En el receptáculo se sitúan dos electros que, mediante tuercas y tornillos, o cualquier otro sistema roscable, permita manipular la altura de los electrodos con precisión. Antes de colocar el sustrato sobre la bandeja, en todo el fondo de la misma, se pone una tela de fieltro de forma que pueda ser transferido, desde el receptáculo hasta el sustrato, el agua que va consumiendo la planta. Hay que conseguir un buen contacto del sustrato con el fieltro. Si el sustrato son tablas de lana de roca se puede eliminar todo el fondo de la bolsa. Si el sustrato es de perlita o fibra de coco, entonces se agujerea el fondo del saco o bolsa en, aproximadamente, un 50 % de su superficie con agujeros que impidan que el sustrato salga por ellos pero que a la vez asegure un íntimo contacto del fieltro con le sustrato.
 
El funcionamiento de la bandeja es el siguiente. Después de un riego el receptáculo se llenará de agua y la que sobre se vaciará por el rebosadero. El nivel del agua en el inicio de un ciclo es siempre el mismo. A partir de este momento el consumo hídrico de la planta hará que el sustrato se seque y por capilaridad se transportará agua desde el receptáculo hasta el sustrato. El nivel de agua en el receptáculo bajará hasta que en un determinado momento los electrodos queden al aire. La corriente eléctrica dejará de pasar y el controlador de la bandeja (un relé) dará una señal al equipo de fertirrigación para que dé un riego que previamente se habrá programado. La bandeja controla la frecuencia de riego. La dotación es la misma para todos los riegos gobernados por la bandeja y se programa previamente. Al final del periodo de riegos dados en un día, en la bandeja de drenaje, se mide y calcula el porcentaje de drenaje. Si se quiere aumenta el porcentaje de drenaje (dar más agua) se sube el nivel de los electrodos para dar más riegos. Si se quiere disminuir el porcentaje de drenaje se baja el nivel de los electrodos para dar menos riegos.
Las imágenes muestran dos modelos distintos de bandeja de demanda. Es muy importante controlar que el rebosadero tenga un diámetro suficiente para que no se produzcan taponamientos por restos de sustrato (perlita o coco.) o de otros materiales. Si el rebosadero se obstruye la bandeja dejará de funcionar correctamente porque siempre marcará presencia de agua.
La bandeja de demanda debe de colocarse cerca de donde se ponga la bandeja de drenaje y en la misma línea de riego. Este lugar debe de estar en la zona de cultivo en la que se produzca mayor consumo hídrico.
No es aconsejable dar el control del riego a la bandeja hasta que el cultivo demande, al menos, tres riegos por día. Hasta ese momento los riegos se dan manualmente o se programan por horarios fijos. Cuando se trasplanta el cultivo, dependiendo de la época y tipo de sustrato, en los primeros días puede aconsejarse un riego diario, que se dará en las primeras horas del día, que asegure una humedad suficiente alrededor del cepellón de trasplante de forma que se consiga una pronta implantación de las nuevas raíces en el sustrato. En este momento no se mide el porcentaje de drenaje, que seguramente estará por encima de lo necesario, solo nos aseguramos de que sobre agua. Conseguida la implantación de las raíces en el sustrato se empieza a controlar el porcentaje de drenaje. Si un riego diario fuera excesivo se alarga la frecuencia y se riega cada dos o tres días si ello es suficiente. Esta situación es normal en trasplantes de final del invierno y principio de la primavera. En los trasplantes de verano es normal que el cultivo demanden, como mínimo, un riego diario. Desde el principio del cultivo. Conforme el porcentaje de drenaje quiere acercarse al valor previsto se acorta la frecuencia de riego. Cuando la demanda del cultivo lo requiera habrá que programar un segundo riego en el día. Este segundo riego se programa al mediodía, siempre buscando atender la demanda del cultivo según la distribución de la radiación. En todos estos riegos hay que controlar los porcentajes de drenaje y, el valor calculado, será el que nos orientará sobre la bondad de los horarios programados y las dotaciones aportadas.

A partir de que el cultivo pida ya un tercer riego puede ponerse en funcionamiento la bandeja de demanda. Para hacerlo se parte de que, si por ejemplo se están dando dos riegos por día, uno a las 9 de la mañana y el otro a las 13:00 horas, y es necesario programar ya un tercer riego, es de suponer que entre las 11:00 y las 12:00 será cuando se produzca la demanda del segundo riego. A primera hora del día en que se va a hacer el cambio nos aseguramos que los electrodos de la bandeja están calados hasta el fondo. Con esta premisa lo que se hace es dejar que se dé el riego de las 9:00 y, cuando sean aproximadamente las 11:30, se programa en el equipo de fertirriego el gobierno de los riegos por bandeja de demanda. A continuación se va a la bandeja y se empieza a subir el electrodo lentamente hasta que de una señal de riego. En este momento la bandeja habrá quedado calibrada. A partir de aquí, en este y en los próximos días (dos o tres), hay que comprobar que, efectivamente, los porcentajes de riego son parecidos en todos los riegos. En el supuesto de que el porcentaje de drenaje obtenido no sea el previsto, o queramos modificar dicho valor por necesidades de manejo del cultivo, se puede actuar sobre el tiempo de riego o sobre la profundidad de calado del electrodo. En un manejo correcto del riego la dotación de riego debe de permanecer constante. Por lo tanto habría que actuar sobre la altura de los electrodos. Lo que pasa es que, desde un punto de vista práctico, es más fácil y preciso programar tiempos de riego que modificar la altura de los electrodos. Siempre que estemos en tiempos de riego adecuados al sustrato, y a la capacidad de contenedor del sistema de cultivo sin suelo que tengamos, lo aconsejable es actuar sobre el tiempo de riego para modificar o ajustar los porcentajes de drenaje.

Los equipos de fertirriego contemplan dos posibilidades de actuación respecto de las bandejas de demanda que es interesante conocer y manejar adecuadamente. Por un lado está el periodo de activación del riego. A este respecto existe mucha especulación y controversia. Particularmente yo opto por la simplificación. Por mi experiencia veo que las cosas funcionan bien cuando el periodo de activación de los riegos comienza una hora después de la salida del sol y terminan una hora antes de la puesta del sol. Una forma fácil de verificar si esta programación funciona bien es controlando el drenaje del primer riego de la mañana. Si no hay drenaje es que el riego del día anterior ha terminado demasiado pronto o el primer riego de la mañana ha empezado demasiado tarde. Si hay demasiado drenaje es que las cosas han ocurrido al contrario. La otra opción de la que disponen los equipos de fertirriego se refiere a la posibilidad de dejar programado un tiempo de pausa entre riegos de modo que, si ocurre algún percance por el cual los electrodos quedan siempre secos y demandando riegos continuamente, el equipo no atienda esta demanda y solo de riegos según el tiempo de pausa programado. Esta opción hay que usarla con cuidado. Por ejemplo, en un mes de mayo, con un cultivo en pleno desarrollo pueden ser demandados, en las hora centrales del día, riegos cada 20 o 30 minutos, y si se hubiera puesto una pausa de más tiempo no podrían haber sido atendidas puntualmente esas necesidades hídricas del cultivo.

Supertormenta

Estamos quizás un poco hartos del tiempo que nos hace. Parece ser que estamos ante una tormenta que ocupa desde Newfoundland a Portugal y que nos va lanzando sus andanadas de lluvia y viento. Dicen algunos metereólogos americanos que es la tormenta más grande que han visto en su vida y además intensa pues la comparan con un huracan de grado 3. A nosotros nos puede jorobar los cuajes.

jueves, 28 de marzo de 2013

Monosporascus cannonballus en pepino; una rareza (por ahora...)

Hace ya más de dos años -en enero del 2011- un compañero anónimo preguntó por un hongo llamado Monosporascus cannonballus; según comentaba el Laboratorio de Sanidad Vegetal de La Mojonera lo había detectado en una muestra de pepino un año antes. El año pasado ERREKERRE me comentó que conocía de oidas otro caso cerca de San Agustín, pero este año le ha tocado vivirlo en sus propias carnes. A finales de diciembre un cultivo de pepino muy tardío en Puesto Hormiga comenzó a marchitarse sin mostrar síntomas en el cuello ni en los haces vasculares, y esta vez no eran unas pocas plantas sueltas. El análisis descartó a los patógenos habituales (negativo para Pythium sp., Phytophthora sp. y Fusarium oxysporum); el único patógeno que aparecía en la muestra era este ascomiceto de nombre rocambolesco. Ya orientados y tras consultar la bibliografía, buscamos y encontramos el único síntoma visible, que no es otro que el punteado negro que podéis ver a la derecha en la primera imagen. Se ve muy fácilmente a simple vista, pero hay que buscarlo en las raíces secundarias -la principal no se ve afectada por el hongo- así que hay que arrancar la raíz con cuidado y lavarla con esmero para eliminar la tierra sin estropear demasiado las raicillas.
Monosporascus cannonballus es un desconocido por estas tierras almerienses,pero está causando gravisimos problemas en los melonares de California, Mexico y el Caribe desde hace años; y es que, aunque puede infectar a muchas cucurbitáceas (ver aquí) se le considera muy poco agresivo para el resto de las especies (si bien en los tres casos confirmados de los que tenemos noticia no le ha importado demasiado lo que dicen los libros) Se trata de un ascomiceto del orden Sordariomycetes -también llamado Pyrenomycetes, porque estos hongos suelen proliferar en las zonas incendiadas-, y como tal forma sus ascos en peritecios. Los peritecios son un tipo especial de ascocarpo -recordad el post de hace unos días para aclararse con tanto palabro-con forma esférica o de botella que proteje a las ascosporas del hongo mientras se están formando, y que, una vez maduras, las liberará a través de una apertura denominada ostiolo. Debe su nombre a que, a pesar de que un asco como dios manda debe de formar 8 ascosporas, esta especie ha salido rebelde y forma una sola ascospora por asco (ver aquí); y su apellido a la forma y color de estas ascosporas, redondas y negras como las balas de cañon de las películas de piratas. No se le conoce fase asexual (o sea, no se ha encontrado el anamorfo), y las ascosporas no germinan ni infectan facilmente (se cree que funcionan como estructuras de resistencia a largo plazo); la fuente de infección es el propio micelio del hongo, que sobrevive en las raíces que quedan en el suelo tras arrancar el cultivo y espera al siguiente para hacer de las suyas. 
El comportamiento de este hongo a las condiciones climáticas es muy particular, no en vano y como buen pirenomiceto es un hongo termófilo. Crece muy rápido a temperaturas de 30ºC, resiste temperaturas aún más altas y le gustan los suelos aireados, así que se mantiene en la superficie y prefiere suelos arenosos; es lógico que solo esté apareciendo en la zona más cálida del poniente, a fin de cuentas Puesto Hormiga y Puesto Juarez son zonas de privilegio para los pepineros almerienses, tanto por su clima suave como por sus suelos arenosos y aireados en invierno. No parece posible que se extienda a otras zonas más frias y con suelo mucho mas arcillosos, pero en las pocas fincas en que aparezca es imprescindible tener algunas ideas muy claras si queremos manejarlo con éxito:
1.- Los fungicidas que normalmente empleamos contra hongos de suelo NO SON EFICACES contra Monosporascus cannonballus. Pythium y Phytphthora son oomicetos y este hongo es un ascomiceto; no tienen nada que ver, así que lo que mata a aquellos no mata a este. Hartarse de meter por riego Ridomil, Previcur o Terrazole es tirar el dinero. En los Estados Unidos utilizan metil tiofanato con buenos resultados, pero en Europa está prohibido, así que para pepino no tenemos herramientas químicas.
2.- Monosporascus cannonballus es un hongo termofilo, que vive muy a gusto a 40ºC, así que la solarización por si sola NO SOLO NO ES EFICAZ contra este hongo, sino que puede llegar a potenciarlo. La aplicación de metam sodio junto con la solarización puede valer, pero parece que lo más eficaz es una fumigación clásica con cloropicrina (Agrocelone). Edito para incluir este estudio israelita cuya referencia ha facilitado un lector anónimo (mil gracias compañero), según él la solarización con metan sodio fue más eficaz que la solarización con la mezcla dicloropropeno+cloropricrina. Falta por saber si -como apunta ERREKERRE en los comentarios- la formulación de cloropricrina en solitario puede resultar más efectiva, incognita que por ahora no podemos desvelar.
3.- La principal defensa contra este hongo es tener un sistema radicular profundo y potente, que permita a la planta superar la infección y no colapsarse. Trabajar con mucha agua en el suelo o con bulbos húmedos muy superficiales en suelos con este problema es un error; se impone el uso de los tensiometros que tan bien domina y explica mi amigo Gabriel.
De hecho lo que salvó a los pepinos de las fotos no fueron las aplicaciones de fungicidas, sino ajustar el riego y recurir a los tratamientos foliares de Auxigro (el único producto -al menos que yo conozca- de uso foliar que tiene efecto enrraizante) La planta consiguió emitir nueva raiz, superó la infección y ahí sigue... Evidentemente no batirá el record de producción, pero peor hubiera sido arrancar los pepinos sin saber que hongo los había matado y poner los plastiquillos después de arrancar el cultivo de primavera.

lunes, 25 de marzo de 2013

Hongos fitopatógenos, enemigos infiltrados. (Capítulo 2: Hongos verdaderos. El reino Fungi)

Después de haber hablado de los oomicetos u hongos-alga en el post anterior, ahora le toca el turno a los hongos verdaderos. Y la verdad es que es todo un reto condensar en un post todo un reino natural –el reino Fungi–, entre otras cosas porque los científicos no tienen aún del todo claro cómo demonios organizar a estos seres… De hecho, desde que aprobé la fitopatología –a principios de los 90– ha habido infinidad de cambios en la clasificación de los hongos, y aún hoy los micólogos continúan discutiendo sobre el origen y la posición en el árbol de la vida de determinados grupos. Esta discusión no es baladí: los hongos tienen un impotantísimo papel en los ecosistemas naturales –como saprófitos o mutualistas–, causan infinidad de enfermedades en plantas, animales e incluso humanos, provocan enormes pérdidas en los alimentos almacenados y generan peligros para la seguridad alimentaria en forma de micotoxinas, así que conocerlos en profundidad es fundamental. Además, desde el punto de vista agrícola todos conocemos su importancia como fitopatógenos; pero no es tan conocido que en el propio reino Fungi están algunos aliados que permitirán en un futuro –quizás no tan lejano– controlar de forma biológica las enfermedades fúngicas o gestionar con más eficacia los nutrientes del suelo. En todo caso se trata de un grupo de seres tan interesantes como complejos y diversos, así que metámonos en faena sin más dilación.
Ya apuntábamos en el post anterior que las células de los hongos verdaderos poseen una pared celular de quitina –como el esqueleto de los insectos, lo que los acerca más a los animales que a las plantas–; que su membrana  está compuesta de ergosterol –un esterol específico del reino Fungi, lo que los separa claramente de los animales–; y que son los únicos organismos haploides de la naturaleza (es decir, en sus núcleos celulares hay  un solo juego de cromosomas) lo que les separa de cualquier otro grupo de seres vivos y les obliga a recurrir a estrategias reproductivas totalmente distintas en la reproducción sexual, necesaria para lograr diversidad genética. Como podéis ver en la primera imagen, los animales, plantas y oomicetos –todos seres diploides– forman gametos haploides mediante meiosis, que se funden para formar un zigoto a partir del cual se desarrollará un nuevo individuo. Al ser haploides, los hongos no pueden formar gametos, por lo que el zigoto diploide debe originarse por la fusión de las células de dos micelios compatibles[1]; pero ante todo un hongo es un ser haploide, así que este zigoto es extremadamente fugaz. Para resolver este “problema” los hongos recurren a una estrategia eficaz, pero extraña: la fusión de las células de los dos micelios compatibles (la plasmogamia) no implica la fusión de sus núcleos celulares (la cariogamia), así que tras la plasmogamia los hongos crecen y se desarrollan con dos núcleos celulares de distinto origen en sus células, en un estado que se conoce como heterocarionte. De esta manera el individuo resultante de la fusión de los dos progenitores portará la información genética de ambos, pero seguirá siendo haploide hasta el momento de formar el zigoto, que inmediatamente generará esporas haploides por meiosis. Vamos, que los hongos se toman muchas molestias para evitar tener dos juegos de cromosomas en sus núcleos. El que sean heterocariontes complica el estudio de su genética, a fin de cuentas los alelos no están en el mismo núcleo. Pero aún más la complica el ciclo parasexual desarrollado por algunos hongos patógenos, que les permite obtener variabilidad genética mientras se reproducen asexualmente; por eso el estudio de las resistencias a los pesticidas es mucho más difícil en hongos que en artrópodos, oomicetos y malas hierbas. Por otro lado, los hongos verdaderos son un grupo extraordinariamente diverso y a veces en la práctica diaria hablamos con demasiada ligereza de ellos, olvidando las enormes diferencias que existen entre unos y otros. Por eso –aún a riesgo de aburrir a las piedras– creo que es interesante comentar las principales divisiones de los hongos; a fin de cuentas meterlos en el mismo saco es un error más grave que confundir un ácaro con una hormiga…
Empecemos por los quitridios de la división Chytridiomycota, muy primitivos y los únicos hongos verdaderos con esporas flageladas, que nadan activamente para encontrar a su huésped. Siendo así es lógico que la mayoría de sus miembros sean acuáticos, y que los pocos representantes aéreos dependan en gran medida del agua para sobrevivir. No son especialmente importantes en hortícolas, pero uno de ellos trajo por la calle de la amargura a los productores de melones y sandías de medio mundo; se trata de Olpidium bornovanus[2], un hongo unicelular que infecta los pelos radiculares y las células epidérmicas de las raíces de muchas plantas. Los daños directos que provoca son muy leves, pero su problemática deriva de su actuación como vector del MNSV –Melon Necrotic Spot Virus–, el otrora famoso “virus del cribado”. La inclusión de resistencias genéticas en las variedades comerciales de melón y el uso masivo del injerto en sandía hicieron que nos olvidáramos de él, pero la campaña pasada la aparición de casos de MNSV en variedades resistentes de melón disparó todas las alarmas (ver aquí) Veremos qué pasa este año, porque Olpidium bornovanus –como la mayoría de los Olpidium– es un hongo omnipresente en todos los suelos y que es imposible de eliminar mediante desinfecciones. No entraré en detalles, pero en la segunda imagen podéis ver el ciclo de estos hongos.
Más avanzados son los zigomicetos de la división Zygomycota, entre los que se encuentran los mohos de los productos almacenados (concretamente dentro del orden Mucorales) Estos hongos se caracterizan por la formación de grandes esporas durante la fase sexual –llamadas zigosporas– que les sirven como órganos de resistencia, mientras que en la fase asexual forman pequeñas esporas en unas estructuras denominadas esporangios. En nuestros invernaderos su aparición es rara, aunque –como podéis ver aquí– a veces pueden llegar a molestar; sin embargo su importancia en post-cosecha es enorme y Rhizopus stolonifer –uno de sus miembros– hace que se pierdan todos los años muchos miles de euros en tomates confeccionados (en la tercera imagen podéis ver un esquema del ciclo de vida de un zigomiceto típico del orden Mucorales) Pero no todos son perjudiciales para el agricultor; en otro de sus ordenes se engloban unos buenos aliados: los  Entomophthorales, unos hongos entomopatógenos que nos han ayudado en las últimas campañas a limpiar los pimientos de Creontiades pallidus (ver aquí)
Tradicionalmente incluidos dentro de los anteriores[3], los glomeromicetos fueron separados en su propia división –la Glomeromycota– hace algunos años y actualmente son el grupo de hongos sobre los que más se está investigando. Y es que la forman los que quizás sean los hongos más importantes de toda la naturaleza: las micorrizas arbusculares (AM y VAM); no en vano esta simbiosis entre hongo y raíz permitió a las plantas colonizar el medio terrestre hace eones, y aún hoy todas las plantas forman micorrizas con algún miembro de los glomeromicetos. Estos hongos se caracterizan por carecer de fase sexual –al menos a día de hoy no se ha encontrado en ninguno–, por la emisión de arbúsculos en las células de la raíz y por la formación de grandes esporas de resistencia denominadas azigosporas. Aunque su importancia en la agricultura está fuera de toda discusión, el mal uso que hicimos de ellas hace unos años en los invernaderos de Almería les ha dado muy mala fama bajo los plásticos de mi tierra (coyuntura que espero y deseo que se corrija en un futuro) En la cuarta imagen podéis ver un esquema del ciclo de vida de los glomeromicetos.
Pero el grupo más importante de hongos verdaderos son sin duda los ascomicetos de la división Ascomycota. Se trata de la más numerosa y diversa del reino Fungi, y en ella se engloban desde las levaduras que nos permiten alimentarnos de pan, cerveza y vino hasta las trufas que deleitan al más exquisito gourmet.  También pertenecen a ella la mayoría de los hongos fitopatógenos, y los empleados en el control biológico de enfermedades fúngicas (Trichoderma, Ampelomyces,…) e insectos (Beauveria bassiana o Lenacillium lecani) Los ascomicetos se caracterizan por formar durante la fase sexual esporas sexuales endógenas –denominadas ascosporas–, pues están encerradas en unas estructuras en forma de saco denominadas ascos –el nombre viene del griego askos, que significa saco–; a su vez los ascos se organizan en estructuras –algunas muy complejas y con formas muy diversas– llamadas genéricamente ascocarpos. Las esporas del ciclo asexual – denominadas conidios– son sin embargo exógenas, y se forman en el extremo de estructuras más o menos abiertas denominadas genéricamente conidióforos. Las distintas especies se clasifican en base a la morfología de estas estructuras reproductivas, ya que el micelio es prácticamente idéntico en todas ellas; pero existe un problema… Como podéis ver en la cuarta imagen, la misma especie de ascomiceto formará ascocarpos durante la fase sexual de su ciclo vital y conidióforos durante la asexual, así que tendrá aspectos totalmente diferentes; por eso se habla de estado TELEOMORFO –para referirse a la fase sexual del ciclo– y de estado ANAMORFO –para la fase asexualy en cada estado una misma especie recibe nombres distintos. Vamos, que los ascomicetos –y algún basidiomiceto– son los únicos seres vivos a los que los científicos les han asignados dos nombres. Parece raro, pero es que es la única manera de aclararse con ellos[4], porque se ve que la mayoría de las especies de ascomicetos no han estudiado biología y –en vez de comportarse como seres vivos decentes y ajustarse a un típico ciclo vital– hacen lo que les viene en gana[5]… Bromas aparte; los hay que normalmente solo están en estado anamorfo (la fase asexual) reproduciéndose mediante conidios, como hace la responsable de la podredumbre gris (Botrytis cinerea); otros se mantienen en estado teleomorfo (la fase sexual), pero solo emiten ascosporas de vez en cuando, sobreviviendo mediante estructuras somáticas de resistencia (esclerocios, micelios resistentes, clamidosporas,…), como por ejemplo se comporta la responsable de la podredumbre blanca (Sclerotinia sclerotiorum); otros forman simultáneamente ascosporas y conidios –en un estado híbrido que se denomina HOLOMORFO– reproduciéndose al mismo tiempo de forma sexual y asexual, como hacen los oidios (por ejemplo la pesadilla de los calabacineros, Podosphaera xanthii) Todo esto puede parecer un rollo teórico, pero tiene importantes implicaciones en la aparición de resistencias a los fungicidas; si se analiza con atención se entiende como los oidios desarrollan tan rápido resistencias, o porque los fungicidas contra pudrición de última generación siguen siendo muy eficaces contra la Sclerotinia cuando ya empiezan a fallar contra Botrytis.
El último de los grandes grupos de hongos –los basidiomicetos de la división Basidiomycota– es el más conocido y llamativo de todos, pues entre ellos se cuentan los hongos formadores de setas, de los que en la quinta imagen podéis ver su simple ciclo de vida, sin fase asexual. Su nombre deriva del de la estructura donde se forman las esporas sexuales –las basidiosporas– denominada basidio (del latín basidium, que literalmente significa pequeño pedestal)  Como es lógico, aparte de los formadores de setas hay muchos más basidiomicetos, entre ellos algunos de los hongos fitopatógenos más destructivos en cultivos extensivos, frutales y –sobre todo– cereales, que no son otros que las royas y carbones. Si os dais una vuelta por el enlace del hipervinculo podréis comprobar que los basidiomicetos fitopatógenos tienen ciclos de vida mucho más complejos que los formadores de setas, que incluyen fases asexuales, varios tipos de esporas (hasta 5 en el caso de algunas royas) y en algunas especies incluso varios huéspedes. En la antigüedad las royas fueron el auténtico azote de los agricultores, hasta el punto de que los romanos tuvieron un dios de las royas –el dios Robigo– cuya festividad –la Robigalia– se celebraba el 25 de abril, coincidiendo con el inicio de la formación de las espigas[6]. Afortunadamente estos fitopatógenos no afectan a la mayoría de las hortícolas; que yo sepa tan solo la especie Uromyces appendiculatus causa problemas de roya en judía y otras leguminosas (ver aquí)
Si habéis tenido la paciencia de llegar hasta aquí habréis podido comprobar que, cuando hablamos de hongos fitopatógenos, nos estamos refiriendo a un grupo enormemente heterogéneo de organismos; desde los oomicetos dependientes del agua –que ni siquiera son hongos–, a los enormemente complejos ascomicetos y basidiomicetos. Cada especie se comporta, infecta y sobrevive de manera distinta en nuestro invernadero y para prevenirlas y controlarlas debemos conocer bien a cada una de ellas. A eso nos dedicaremos en los siguientes post, pero antes veremos de qué herramientas –biológicas y químicas– disponemos para esa batalla.
Se me olvidaba… No quería finalizar este post sin recordar a mi profesor de fitopatología Eduardo Gallego Arjona, micólogo de pro, buen profesor y un entrañable friki que me contagió hace 20 años algo de su pasión por estos seres. Lamentablemente está algo abandonada, pero recomiendo una vuelta por su web MYCO-UAL a todos los interesados en los hongos.    



[1] Al no haber gametos no tiene sentido hablar de sexos en los hongos. La reproducción sexual se da entre individuos compatibles para la reproducción sexual (que reciben el nombre de tipos - y +) A partir de ahí se dan todas las combinaciones posibles: hay especies monoicas que solo generan uno de los tipos, dioicas que generan los dos e indiferenciadas en los que no hay forma de distinguir uno y otro tipo; especies capaces de autofecundarse (homotálicas) y otras que no (heterotálicas); incluso hay algunos grupos en los que no se ha observado jamás la reproducción sexual.
[2] Aunque los Olpidium se habían clasificado tradicionalmente en la división Chrytridiomycota, los estudios basados en el ADN han demostrado que están bastante alejados del resto de los quitridios. Actualmente se catalogan como Incertae sedis –lo que quiere decir que los científicos no se han puesto de acuerdo sobre su clasificación–, pero yo he optado por mantenerlos en su lugar tradicional (más que nada por no complicar aún más el post)
[3] Los Glomeromycota se englobaron durante años en los Zygomycota  hasta que los estudios genéticos demostraron que no estaban directamente relacionados. El cambio de clasificación se produjo hace poco más de una década, así que en gran parte de la bibliografía disponible sobre las micorrizas arbusculares se las engloba en el orden Glomales, dentro de la división Zygomycota.
[4] Entre otras razones, es necesario mantener la doble nomenclatura en los teleomorfos y los anamorfos porque no siempre un género de teleomorfos se corresponde con un solo género de anamorfos. Es más, a veces un mismo teleomorfo tiene varios anamorfos pertenecientes a géneros distintos… Lo dicho, auténticos extraterrestres.
[5] En muchos ascomicetos la fase sexual es extremadamente poco habitual, de hecho aún no se ha encontrado para muchos de ellos. Tradicionalmente estos hongos que no mostraban fase sexual –también llamados hongos imperfectos– formaban la antigua división Deuteromycota, donde se incluían muchos fitopatógenos. Actualmente el término ha perdido valor taxonómico, pues los micólogos consideran a los hongos imperfectos como anamorfos de ascomicetos de los que aún no se ha descubierto la fase sexual; mientras que no se ha encontrado el teleomorfo los micólogos hablan de especie-forma para referirse al anamorfo, para así dejar claro que hasta que no se encuentre la fase sexual no se tratará de una verdadera especie. Sin embargo el término todavía se emplea en la práctica, está presente en la bibliografía más clásica e incluso en la última versión del Agrios, manual de referencia en fitopatología donde los haya (ver aquí)
[6] Muchos historiadores creen que una fiesta tan rural –y tan ejidense– como la de San Marcos –que se celebra el último domingo de abril– tiene su origen en aquellas antiguas fiestas paganas en honor a Robigo que trataban de contentar y calmar al dios de las royas.

domingo, 24 de marzo de 2013

Alabanza- La Mandrágora

Desde este púlpito he dado palos a practicamente todos los estamentos del sector agrário, agricultores, técnicos, organizaciones agrárias, organizaciones comerciales, gran distribución, Administraciones públicas...- me falta, ahora caigo, esos que juegan con los alimentos y materias primas, a futuro, provocando el alza de precios-. pero nadie es infinitamente malo o bueno y todos y cada uno de estos partícipes han puesto su granito de arena para formar un gran sector económico en Almeria. Así que hoy va de alabanzas.

- Bienaventurados los Agricultores, pues sin su esfuerzo y valentia nada de esto existiria.
- Bienaventurados los Técnicos, autenticos correa de trasmisión del conocimiento.
- Bienaventuradas las Organizaciones agrarias, por su incansable lucha contra molinos de viento.
- Bienaventuradas las Organizaciones comerciales, por llevar nuestros productos por el mundo.
- Bienaventuradas las Administraciones públicas por su ayuda en el desarrollo del sector.

Alabados sean todos por creer en Almería.
Pero queda tanto por hacer y mejorar, que ya se me olvidó a que viene tanta alabanza, a trabajar.
Y la próxima semana hablaremos del gobierno.
 La Mandrágora era un bar de Madrid, allí, en la transición se juntaron Javier Krahe, Joaquín Sabina y Alberto Perez, donde tocaban sus canciones. De esta unión se grabó en directo un disco al que se llamó La Mandragora en honor al local. Todo una maravilla. Os dejo una muestra.





viernes, 22 de marzo de 2013

EL RIEGO EN CULTIVOS SIN SUELO (1)

La fertirrigación consiste en aplicar los fertilizantes en función del agua de riego. El abonado no puede, ni debe, desligarse del riego. En el binomio riego-abonado el riego es lo más importante. Regando bien se abona bien. Regar bien supone aplicar a todas las plantas el mismo agua (uniformidad), en la cantidad requerida (dotación) y en el momento adecuado (frecuencia). La dotación de riego se determina a pie de parcela en función de la capacidad de almacenamiento de agua del sustrato, la conductividad del agua de riego, que determinará el porcentaje de drenaje, y del porcentaje de agotamiento que se permitirá para iniciar un nuevo riego. Dado que los factores que definen la dotación de riego están ligados a características fijas y estables, la dotación de riego debe de ser estable en el tiempo. La mayor o menor rapidez con que se agote el agua en la zona de la rizosfera dependerá, del clima en el que se desarrolla el cultivo y del estado de desarrollo del mismo. Estos valores van cambiando a lo largo del tiempo por lo que la frecuencia de riego es variable. Por lo tanto la operación de riego, que consiste en adecuar el aporte de agua a las necesidades hídricas del cultivo, está definida por la aplicación de una dotación constante a una frecuencia variable.

En los cultivos sin suelo siempre se busca que después de un riego haya drenaje. Esta necesidad está basada en que, si hay drenaje, se puede cuantificar su porcentaje y se puede medir la conductividad eléctrica de la solución nutritiva drenada. Por ejemplo, si se obtiene un drenaje del 3% sabemos que es un drenaje muy bajo y que este manejo puede producir acumulación salina, pero también sabemos que al cultivo no le ha faltado agua. Si no se obtiene nada de drenaje no sabemos cuanto “nada” ha faltado. No es lo mismo tener un 3 % de “no drenaje” que un 30 % de “no drenaje” y es evidente que lo segundo es mucho peor que lo primero.

Los sustratos tienen una gran capacidad de almacenamiento de agua, mayor que la del suelo en términos de porcentaje, lo que ocurre es que, por abaratar los costes de producción se pone poco volumen de sustrato de tal forma que, finalmente, la cantidad de almacenamiento de agua, por metro cuadrado de cultivo, resulta menor en sustratos que en suelo. Esto hace que sea necesario aportar varios riegos a lo largo del día. Por ejemplo, el saco de sustrato de perlita almacena unos 21 litros de agua. Como el marco de postura de los sacos suele ser de 2 m x 1,5 m, hay un saco por 3 metros cuadrado de cultivo. Es decir que la capacidad de almacenamiento de agua es de 7 l/m2 (21/3). Si un cultivo se encuentra en una época en la que las necesidades brutas de riego (incluyendo porcentaje de drenaje) son de 3,5 l/m2 quiere decirse que tendremos agua para dos días. Es evidente que si se pretendiera manejar el riego apurando el agua almacenada estaríamos sometiendo el cultivo a un estrés innecesario. Aquí entra en juego el concepto de “porcentaje de agotamiento” que en la literatura agraria clásica se denomina Nivel de Agotamiento Permisible (NAP). Se trata de elegir el momento adecuado para regar cuando se haya agotado una determinada cantidad del agua almacenada en el sustrato. No hay mucha información para los cultivos sin suelo sobre este tema. En este enlace se puede ampliar información al respecto.  Generalmente se manejan porcentajes de agotamiento muy pequeños, del 3% para lana de roca y 5% para perlita y coco. Algunas experiencias han demostrado que pueden ser manejados porcentajes de agotamiento en el entorno del 10 % sin que ello suponga pérdidas de producción en los cultivos. Permitir un mayor porcentaje de agotamiento supone dar menos riegos y, por lo tanto, simplificar la operación de riego.

Como un buen manejo del riego está fundamentado en adecuar los aportes a la demanda, los porcentajes de drenaje deben de ser aproximadamente los mismos en todos los riegos. En cultivos sin suelo, para calcular el porcentaje de drenaje, se mide el agua recogida en gotero y en drenaje de todo un día. De esta forma lo que se obtiene es la media del porcentaje de drenaje de todos los riegos dados en el día. Hay que tener cuidado y asegurarse de que los distintos riegos hayan tenido porcentajes de drenaje parecidos. En la imagen adjunta se muestra, en color rojo, la curva de distribución de la radiación global recibida al aire libre en un día despejado del mes de mayo en Almería. Las curvas de demanda hídrica de los cultivos se ajustan muy exactamente a esta distribución de la radiación. Por lo tanto la frecuencia de los riegos aportados también debe de acomodarse a esta demanda. Para el ejemplo que se está siguiendo, si de decidiera regar cuando se agotara el 6 % del agua almacenada, la dotación de riego debe de ser de 0,42 l/m2 (7x6/100) y para atender unas necesidades brutas de riego de 3,5 l/m2 habrá que dar 8 riegos en el día (3,5/0,42). La dotación volumétrica se transforma en dotación temporal (minutos) teniendo en cuenta las características del riego. Por ejemplo, si hay 1 gotero/m2 de 3 l/h, los 0,42 litros se convierten en 8,4 minutos (0,42x60/3) que se redondea a 8 ó 9 minutos, según convenga, para conseguir el porcentaje de drenaje que se quiere manejar. Finalmente los riegos se programan distribuyéndolos en función de la curva de demanda. En este caso, y para los supuestos que se están proponiendo, se programarían los riegos a las 9:00, 11:00, 12:30, 13:30, 14:30, 15:30, 17:00 y 19:00 horas. Como se ve, se dan los riegos de los extremos con un intervalo de 2 horas, los riegos intermedios con un intervalo de una hora y media y los  riegos centrales con una hora de intervalo. Es conveniente que se compruebe de vez en cuando que los drenajes de los distintos riegos son parecidos y, en general, no es aconsejable tener riegos sin drenaje.
Cuando se está en una época de baja demanda hídrica, y no son precisos más de 7 riegos en el día, es más conveniente manejar un número impar de riegos. En este caso se programan un número par de riegos con un intervalo fijo y se pone un riego en medio de los dos riegos centrales. Por ejemplo, en el caso que nos ocupa, si hubiéramos decidido regar con un 7% de agotamiento, en vez del 6%, nos saldrían riegos de 0,49 l/m2 (7x7/100), o lo que es lo mismo 10 minutos (0,49x60/3), y el número de riegos a programar sería de 7 (3,5/0,49) que se podrían poner de la siguiente forma: 9:00, 11:00, 13:00, 14:00, 15:00; 17:00 y 19:00. La idea es que en el entorno del mediodía solar se concentren un mayor número de riegos para atender el pico de demanda que se produce en esas horas centrales del día.
Tras realizar todas estas consideraciones, cálculos y programaciones, un buen día aparece nublado, como el contemplado en esta otra imagen. La demanda hídrica del cultivo no responde a ninguna predicción y los riegos que se tenían programados, además de resultar excedentarios, no se ajustan a la demanda. En esta situación no queda más remedio que reajustar, de la mejor manera que cada uno entienda, la programación del riego. Queda de manifiesto que con la programación manual del riego por horarios fijos es difícil manejar el riego en los cultivos sin suelo. Esta dificultad será mayor o menor en función de:
·  La variabilidad climática de la zona de cultivo. En Almería, por ejemplo, no es muy grande.
·  La capacidad de almacenamiento de agua del sistema de cultivo sin suelo. Se entiende por sistema de cultivo al binomio formado por el sustrato y la forma de ponerlo (saco, tabla, contenedor, canaleta, etc.). En este sentido es más importante el volumen de sustrato y la geometría (altura/anchura) que el tipo de sustrato utilizado.
·  La capacidad de adaptación al estrés hídrico de la especie y/o variedad que se cultive.

Tratando de paliar estas dificultades se han desarrollado sistemas que permiten la automatización del riego. Algunos de ellos están basados en la medición o recogida de datos climáticos que, mediante algoritmos integrados en los autómatas de fertirriego, permiten acomodar los riegos a las demandas hídricas del cultivo. Algunos de estos métodos son:
·  Solarímetro para medir la radiación global.
· Tanque evaporimétrico retroalimentado con el agua de riego.
·  Tensiómetros específicos para sustratos.
·  Lisímetros de pesada.
·  Programa PrHo
·  Bandeja de demanda
 
El método más utilizado, por su sencillez y economía, es el de la bandeja de demanda. En la siguiente entrega desarrollaré los pormenores a tener en cuenta para un uso correcto de la misma.

Vegetal world: Congress & Exhibition, Valencia 2-4 de octubre de 2013




Ahora que nuestra Expoagro está de capa caida no paran de presentarse congresos de tipología variada relacionados con la agricultura. Al lado pongo la nota de prensa hecha pública por los organizadores de este nuevo evento que aparece este año. Desde aquí le deseamos el mayor de los éxitos y le damos publicidad que es lo que podemos hacer.








miércoles, 20 de marzo de 2013

Bolsas de agua

Lo que es capaz de hacer la luz cuando le interpònemos una lupa. En este caso la lupa natural han sido las bolsas de agua que quedaron en un invernadero plano poco pinchado después de las últimas lluvias. La luz del sol concentrada por estas bolsas ha ido derritiendo el plástico negro y dejándolo inversible en muchos trozos con el coste económico que supone puesto que no vale para otra campaña.

lunes, 18 de marzo de 2013

Productos milagro o Métodos culturales

A la sombra del espectacular desarrollo tecnológico agrario han crecido una serie de productos que lo curan todo, aumentan producción, mejoran calidad, disminuyen costes de producción....los productos milagro.
El problema que pueden acarrear este tipo de productos milagro-timo, es de dos tipos, por un lado nos hacen perder dinero, además de tiempo, un tiempo que puede ser fundamental cuando queremos solucionar un problema en el cultivo, por otro lado provocan que nos olvidemos de las técnicas necesarias para el desarrollo del cultivo, los métodos culturales, autenticas soluciones a muchos de nuestros problemas. Tres ejemplos:
 Peseta o necrosis apical del pimiento.- En condiciones de suelos calcáreos como los del poniente almeriense, y con un aguas de riego ricas en calcio, la aplicación masiva de quelatos de calcio o abonos ricos en calcio NO SOLUCIONA el problema. El problema es tema ambiental y se soluciona mediante métodos culturales apropiados: sombreado de techo, control de la humedad relativa del recinto, control de riegos, más cortos y numerosos...
Problemas de cuajado.- Cuando la planta de pimiento no cuaja o produce frutos malformados, los pelotazos de hormonas, u otros productos milagro -hay muchos en el mercado-, NO SIRVEN de nada. El pimiento necesita luz y aire para la producción de fruto, el resto es añadir cosas.
Pudriciones.- La mejor forma de no tener problemas de pudriciones es actuar antes de su aparición mediante técnicas de cultivo -métodos culturales-, ventilación, cubrir la planta evitando el goteo sobre el cultivo, mantener marcos de plantación idoneos, plantas abiertas con no muchos tallos, no cortar en épocas de fuerte humedad..., los tratamientos fitosanitarios, y bien que lo sabemos, una vez instalada la enfermedad ayudan un poco, y digo, un poco. Si persisten las condiciones para la buena instalación de la enfermedad, puedes tratar todos los días que no hay nada que hacer.

Y como estos ejemplos hay muchos, problemas solucionables mediante técnicas, que a veces los productos milagro hacen que nos olvidemos de ellos.


domingo, 17 de marzo de 2013

Adrian C, Pont--25 de abril

El descubrimiento de Coenosia attenuata (la ya muy famosa mosca tigre) en el año 2000 en los invernaderos de Dalías fue para mi el inicio de una interesante aventura intelectual. En esa aventura de varios años conocí algunos especialistas en Muscidae (esto es, moscas) pero fue Adrian Pont el que más me impresionó. Un investigador de primer nivel internacional. De costumbres muy frugales y no muy parlanchin tiene una inteligencia muy desarrollada. Vamos que solo coincidíamos en que somos fieles lectores del periódico The Guardian. Recogió bastantes ejemplares de moscas en invernaderos, albuferas, charcas y sobre todo en una excursión hasta Trevelez. Fue una lástima que no consiguieramos llegar a Lanjarón donde él esperaba encontrar más ejemplares de Coenosia lyneborgi, hasta ahora conocida por un solo macho. Capturó varias especies de Limnophora, tanto en rios como arroyos. Nada nuevo. Sin embargo revisando material de Sierra Nevada descubrió una nueva especie Coenosia doloresae cuyo nombre está dedicado a Maria Dolores Rodríguez, del IFAPA que además era nuestra compañera de excursión y la persona que hizo que pudiera venir a Almería.
En fin, un gran tipo, pero no pude hacer que probase el jamón, porque es vegetariano.

A las 22h 55 m del dia 24 de abril de 1974 en  Emissores Associados de Lisboa se radia la canción "E depois de adeus". Empieza la revolución de los claveles, es la señal
Media hora después a las 00h 25 m del dia 25 de abril Radio Renacença emite Grándola, vila morena de Zeca Afonso. Los militares del MFA toman las posiciones estratégicas y comienza el fin de la dictadura.
Aquí en la versión de Amália Rodriguez, que fue la "más grande" del fado.
 Se puede ver la película "Capitaes de abril" de Maria de Medeiros que está entera en Youtube.

sábado, 16 de marzo de 2013

Pimiento SV1215BP

Variedad de Monsanto.
Pimiento california rojo para trasplantes tempranos, para el mes de junio hasta la primera semana de julio. Planta de entrenudo corto y vigor medio.
Buen cuajado con altas temperaturas. En siembras tempranas se recomienda poda.
Fruto de buen color y forma durante todo el ciclo, con calibres GG al principio y calibre G al final de ciclo.
Buen comportamiento a cracking.
HR: Tm 0-3 ; PVY: 0
IR: TSWV

viernes, 15 de marzo de 2013

La calabaza no es invulnerable

Al hilo del post anterior. Aunque la resistencia a las enfermedades, en general, es mayor en las calabazas híbridas que usamos como portainjertos, no son inatacables por hongos tan enojosos como los Oomicetes (Pythium y/o Phytophthora). Yo, aunque se hace poco, recomiendo siempre al principio del cultivo un tratamiento, al menos, contra estos "hongos". El la foto se puede ver como han dado buena cuenta de una calabaza, y eso que el año no está siendo especialmente húmedo. Pero ya sabeis a utilizar productos registrados para el cultivo, no vale utilizar metil tiofanato (registro en melón pero no en sandía) que además de no estar registrado en la sandía es completamente inutil para este grupo de patógenos. El metil tiofanato si que es útil en otro de los hongos más comunes en esta época, Didymella bryoniae vulgarmente conocida como micofarela. Su problema principal es que se deriva a carbendazima producto no autorizado, por tanto se debe de usar sólo en las fases primeras del cultivo de melón (vuelvo a repetir que no en la sandía).

martes, 12 de marzo de 2013

Hongos fitopatógenos, enemigos infiltrados (Capítulo 1: Oomicetos. Los hongos-alga)

Hace ya bastantes semanas uno de los visitantes del blog me propuso una serie de post sobre las enfermedades fúngicas de los cultivos almerienses, y no es mala idea profundizar en esas manchas, pelusas y exudados que aparecen en nuestros cultivos casi como por arte de magia. Tradicionalmente se ha equiparado el prevenir las enfermedades fúngicas con el uso de fungicidas de forma preventiva –algo que no es del todo cierto– y en tal sentido hay muchas descripciones de síntomas y listas de fungicidas disponibles en la red; así que esta serie pretende aportar algo más. Trataré de enfocar el manejo de los hongos fitopatógenos desde una perspectiva integrada, es decir, siguiendo la secuencia lógica: (a) conocimiento del agente causal, (b) prevención, (c) control biológico –cuando sea posible– y (c) control químico racional. Vamos que, como siempre, lo primero debe ser conocer lo mejor posible al enemigo: sus costumbres, sus fortalezas y sus debilidades.
Pero describir con algo de detalle a unos enemigos tan extraños y esquivos como los hongos no es tarea fácil; simplemente definir qué demonios es un hongo ya es más difícil de lo que parece. Además, es imposible contar algo de ellos sin conocer algunos términos específicos que se utilizan para describir su anatomía; hablar de hongos sin conocer el significado de estos “palabros” equivaldría a hablar de plantas sin saber que son las raíces, los tallos, las hojas o las flores. Para ponerlo aún más difícil, los hongos tienen ciclos de vida rarísimos –muy distintos a los de plantas o animales– tanto, que algunos más parecen extraterrestres que seres de este planeta... Demasiado trabajo para ir improvisándolo post a post; así que no queda otra que soltar un par de rollos antes de meterse en faena…Visto de una manera muy simplista, podríamos decir que los distintos seres vivos también escogieron distintas maneras de obtener su alimento. Las plantas escogieron fabricarlo e inventaron la fotosíntesis y los animales eligieron buscarlo desarrollando la locomoción; pues los hongos decidieron simplificar al máximo su cuerpo y comer prácticamente de todo. Y esta estrategia evolutiva les ha dado mucho éxito; de hecho, la mayoría de los 80.000 hongos catalogados –una mínima parte del total, que se estima en más de un millón– son organismos saprófitos capaces de alimentarse casi de cualquier cosa. Sin embargo, unas pocas especies se han convertido en mutualistas, estableciendo simbiosis con las algas –los líquenes– o las raíces de las plantas –las micorrizas–, ambas fundamentales para la existencia de la vida sobre la tierra. Otros hongos se convirtieron en parásitos, especialmente de las plantas; éstos son los llamados  hongos fitopatógenos, auténticos especialistas en pasar desapercibidos y esperar su oportunidad para hacer un cristo con nuestra cosecha.
Como veremos, lo que solemos llamar hongos es en realidad un grupo muy heterogéneo de organismos, con distinto origen y de muy distintas naturalezas, que se parecen por ese milagro biológico que llaman evolución convergente. Pero todos tienen en común tres cosas: (1) la reproducción mediante esporas, (2) un cuerpo vegetativo filamentoso denominado micelio formado por hifas y (3) que se alimentan por absorción. Una espora es una estructura de reproducción normalmente unicelular (aunque a veces tiene unas pocas células) mediante la cual el hongo puede dispersarse y sobrevivir –por más o menos tiempo– a condiciones adversas; o sea, cumple exactamente la misma función que las semillas de las plantas (de hecho la palabra espora viene del griego sporá, que significa semilla) El cuerpo de los hongos se llama micelio y está compuesto de un montón de filamentos denominados hifas; vamos, que un hongo es básicamente una “pelusa viva”. Cada hifa crece por los extremos, a veces ramificándose, pero en general sin llegar a formar estructuras anatómicas complejas; simplemente es un “hilo vivo” que se alarga continuamente. Esta anatomía extremadamente simplificada es una enorme ventaja para un organismo que se alimenta por absorción; la relación superficie-volumen del micelio de los hongos es enorme, así que –directamente través de las paredes de las hifas– pueden absorber los nutrientes y desprenderse de los desechos rápidamente y sin apenas gasto de energía, creciendo a velocidades de vértigo mientras haya alimento disponible y condiciones favorables. Además, no poseer forma definida les hace tremendamente adaptables; pueden desarrollarse en cualquier dirección, sobre cualquier superficie e incluso en medios líquidos. A pesar de su aparente simplicidad, las hifas pueden formar estructuras algo más complejas con funciones específicas; hay bastantes más, pero –centrándonos en los hongos fitopatógenos– las cuatro que muestra la primera figura son especialmente interesantes.
 .- Los esclerocios son masas redondeadas y negruzcas donde se acumulan sustancias de reserva. Funcionan como estructuras de resistencia, permitiendo al hongo sobrevivir a condiciones adversas y volver a crecer cuando estas mejoren; vamos, que funcionan más o menos como los tubérculos vegetales (las patatas, por ejemplo) Las famosas “pelotillas negras” que aparecen en los ataques de pudrición son precisamente los esclerocios del hongo.
.- Las clamidosporas son esporas de resistencia desarrolladas directamente a partir de células de las hifas, que se recubren de una pared gruesa y acumulan sustancias de reserva en su interior. Son muy resistentes y pueden persistir durante años, como bien sabemos todos los que  hemos tratado de erradicar –la inmensa mayoría de las veces sin demasiado éxito– las clamidosporas de Fusarium oxysporum del suelo de nuestros invernaderos.
.-Los haustorios son estructuras desarrolladas por las hifas de hongos parásitos que se alimentan de células vegetales vivas. Les permiten penetrar dentro de las células vegetales sin romper sus membranas –y por tanto sin matarlas– absorbiendo a través de ellos los nutrientes de la planta como vampiros de película; vamos, que son equivalentes (que ni mucho menos parecidas) a las raíces de nuestras plantas. Las cenizas y mildius –hongos parásitos por excelencia también en nuestros invernaderos– los utilizan para alimentarse.
.-Los apresorios son estructuras en forma de cojín adhesivo, que utilizan las hifas para adherirse a la superficie vegetal. A partir de ellos se desarrollan las llamadas hifas de penetración, fundamentales en el inicio de la infección, pues gracias a ellas el hongo puede perforar las cutículas vegetales e introducirse en la planta.
A pesar de estas estructuras especiales el cuerpo vegetativo de los hongos es demasiado simple para diferenciar las distintas especies, que se identifican por las diferentes estructuras reproductivas donde fabrican sus esporas. Como podéis ver en la segunda imagen son muy diversas y no todas están presentes en los hongos fitopatógenos que aparecen en nuestros cultivos; tiempo habrá de comentar las que procedan cuando lleguemos a cada especie.
Y hasta aquí llegan las características comunes a todos los organismos que llamamos hongos, porque lo cierto es que habitualmente bajo este término englobamos a dos grupos muy, pero que muy distintos… Por un lado están los Oomicetos o mohos de agua (water molds en inglés) a los que yo prefiero llamar hongos-alga; entre ellos encontramos nada más y nada menos que a mildius, fitóptoras y pitiums… ¡Casi ná! Como anatómicamente son muy similares a los verdaderos hongos hasta hace poco estuvieron clasificados como tales; pero conforme se avanzó en su conocimiento surgieron diferencias muy importantes, hasta el punto de que fueron separados de ellos por los científicos. Sus células están rodeadas de una pared de celulosa, en su membrana tienen esteroles muy similares a los vegetales y son diploides (igual que animales y plantas, tienen dos juegos de cromosomas en los núcleos de sus células); nada extraño si se tiene en cuenta que en realidad no son hongos, sino más bien algas que perdieron la clorofila y se dedicaron al parasitismo; y junto con las algas y otros organismos acuáticos los científicos los agrupan en el reino Protista. Unos pocos se adaptaron a la vida terrestre para infectar a las plantas superiores y se convirtieron en el azote de los agricultores; a fin de cuentas en el haber de uno de ellos (la Phytophtora infestans, el mildiu de la patata y el tomate) está el haber cambiado la historia cuando causó una gigantesca hambruna en Europa a mediados del siglo XIX, que provocó millones de muertos y propició la emigración masiva de millones de europeos a los Estados Unidos de América. Como podéis ver en la segunda imagen, el ciclo vital de un oomiceto tiene dos fases: una asexual –que aprovecha para dispersarse rápidamente por el cultivo– y otra sexual –que utiliza para obtener variabilidad genética y fabricar estructuras de resistencia–. En la fase asexual el micelio produce esporas asexuales denominadas esporangios; de ellas surgen múltiples zoosporas flageladas que necesitan nadar en agua líquida para dispersarse, así que –aunque sean organismos terrestres– los oomicetos que provocan enfermedades en nuestros cultivos siguen dependiendo del agua para sobrevivir. Estas zooesporas no infectan; solo buscan un punto apropiado para la infección y se enquistan en espera de buenas condiciones ambientales; cuando éstas lleguen, el quiste germinará e infectará al huésped. En el ciclo sexual se forman gametos femeninos –dentro de unas estructuras denominadas oogonios–, que son fecundados directamente por los anteridios. Esta fusión dará lugar a un número variable de ooesporas protegidas por el oogonio; esta estructura de resistencia permite a los oomicetos resistir las condiciones adversas –falta de huésped, sequía, desinfecciones,…– escondidos en el suelo o los restos vegetales. Cuando las condiciones sean favorables las ooesporas –tras germinar– iniciaran la fase asexual, bien infectando directamente o bien fabricando los primeros esporangios. Evidentemente este ciclo general difiere en algunos detalles para cada una de las enfermedades de la segunda imagen, pero eso ya lo veremos cuando proceda…
 
Por otro lado están los hongos verdaderos, donde encontramos al resto de los hongos patógenos: oidios, pudriciones, hongos vasculares… Sus células tienen paredes celulares de quitina –como el esqueleto de los insectos–, su membrana está compuesta de ergosterol y además son los únicos organismos haploides (con un solo juego de cromosomas en sus núcleos celulares) de la naturaleza. Vamos, que son tan completamente diferentes y únicos que merecen un reino aparte: el reino Fungi. Son muy diversos, sus ciclos vitales son muy complejos, y su importancia agrícola es enorme, así que bien merecen un post en exclusiva.
Pero antes de acabar quiero remarcar (más que nada para que quede bien claro) que las formas de resistencia de los hongos –las ooesporas en el caso de los hongos alga– permanecen en el invernadero después de acabar el cultivo. De ahí el título de la serie; eso es precisamente lo que son los hongos fitopatógenos: enemigos infiltrados que no entran de ningún lado, por el simple motivo de que siempre han estado allí…
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