Actividades

miércoles, 31 de octubre de 2012

Problema habichueleril

De pronto se han enrosquillado y han formado también "cola de marrano". Ha afectado tanto a alfilerillos como a judías un poco hechas. Antes del suceso que como he dicho antes fue de un dia para otro tienen un tratamiento antifungicida que seguro que no es el origen del problema y un tratamiento con ana+anamida en el riego. Al dia siguiente llovió. Siempre se ha achacado a problemas ambientales o a virus del amarilleo. Se admiten sugerencias.

martes, 30 de octubre de 2012

Lo que nos espera (TOPPS)

La union europea es vista como un conjunto de políticos que deciden desde Bruselas (para los malpensados desde Berlín). Pero esa es solo una parte visible pero muy pequeña. Hay un gran número de científicos y técnicos que desde facultades e institutos superiores andan decidiendo parte de nuestro futuro. Como ejemplo el proyecto TOPPS (Train Operators to Promote best practices and Sustainability) que nos van a decir (ya lo dicen) lo que tenmos que hacer con el agua y como hacer los tratamientos fitosanitarios. Esto en los próximos años se irá concretando mediante legislación europea y nacional. Se puede abrir boca con el informe final sobre las estrategias sobre la sostenibilidad de los tratamientos (en inglés y es un coñazo) para quien quiera entretenerse. Dentro de algunos años algunos dirán "es que nos quieren quitar de agricultores". Pues ajo y agua que "semos" europeos. 

lunes, 29 de octubre de 2012

Esclerocios

Todavía me preguntan por el campo que son estas pelotillas negras que hay dentro de los tallos de las berejenas. Todos sabemos que son esclerocios, o formas de resistencia de Sclerotinia sclerotiorum o pudrición blanca. Ya Cocomaura escribió un post más extenso sobre esta enfermedad. Hay que conseguir que queden la menor cantidad de este tipo de forma de resistencia dentro del bancal porque van a germinar y produccir apotecios que diseminaran la enfermedad por toda la finca y aguantarán si hace falta a campañas sucesivas.Tallos y matas con esclerocios deben ser desterrados de la finca y quemados, es la mejor solución. La lucha contra esta enfermedad por medios químicos es penosa.

domingo, 28 de octubre de 2012

Perdidos--Xanadu

Fracaso en la negociación UE-Marruecos, fracaso en el establecimiento de precios mínimos, fracaso en la imposición del doble etiquetado (aunque es verdad que la ley Galland en Francia no fue precisamente un exito), fracaso de la interprofesional. Yo creo que piden cosas que saben que no van a cumplirse para mantener el rollillo. Ahora por supuesto una está muerta, no abre la boca, pero para lo que tienen que decir. La gran pregunta hoy es: ¿Para que sirven las organizaciones agrarias? Porque ahora ni para reivindicar inutilidades están. Creo que necesitan empezar de nuevo. Deberian sentarse a pensar que es lo que quieren hacer en los opróximos años. Si no, desapareceran por aburrimiento de sus militantes.
La cantante del grupo britanico Texas (Sharleen Spiteri y su voz prodigiosa) en esta versión del clasico de Olivia Newton John y la ELO, buena canción, mala película.

sábado, 27 de octubre de 2012

Interacción Verticillium-Meloidogyne

Hace unos años la aparición de marchitamientos en la berejena producidos por Verticillium era por aquí bastante rara, pero de un tiempo a esta parte se va volviendo más común. Lo preocupante es que sigo viendo plantas infectadas después de una desinfección con Metan-Na. Sin embargo cuando en la finca se ha desinfectado además con dicloropropeno la incidencia es mucho menor, eso me hace sospechar de que, como en otros cultivos, la batatilla, aun en cantidades muy pequeñas actua facilitando la infección. Puede que en bancales la batatilla casi indetectable por el agricultor esté haciendo la enfermedad mucho más dificil de erradicar. Con nematicidas en el riego al principio del cultivo parece que se puede también ayudar en este caso, lo digo porque ya nos queda poco tiempo de DD.
Sobre esta enfermedad ya hay un post más descriptivo y extenso que elaboró Cocomaura hace un tiempo.
El dibujico es de la APS, no vaya  a ser que se mosqueen.

jueves, 25 de octubre de 2012

Carencia de Zinc

Las condiciones que pueden provocar carencia de zinc se relacionan en la literatura así:
-Suelos alcalinos con pH mayor de 7,4
-Suelos muy "cargados" de fósforo
-Suelos arenosos con bajo contenido en materia orgánica
-Suelos ácidos con bajo contenido en Zn y bastante húmedos
-Suelos calcáreos
-Suelos turbosos con bajo contenido en Zn
-Suelos permanentemente húmedos
-Magnesio y bicarbonatos altos en el agua o en el suelo.
Las plantas que presenta una carencia tremenda  de Zn son las que presente en un post anterior. Al final el agricultor decidió analizar. Como se ve en los resultados prácticamente no hay zn en las hojas y el hierro es alto. Característicos de  de esta carencia. De las condiciones anteriores se cumplen la 1, la 2 y la 3. Pero al final lo que influye en los problemas de este suelo bastante arenosos es la baja cantidad de materia orgánica, menos del 0,3 %. Así que el año que viene a estercolar.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Alargar la habichuela

Llega el tiempo en que empezará a haber algún problema de cuaje en la judía y siempre estamos con la misma cantinela: como alargar la judía. La habichuela es una planta principalmente autógama, es decir existe poca polinización cruzada entre unas plantas y otras, y se poliza a si misma cada flor. Mantener las condiciones adecuadas para la polinización es la mejor manera de tener fruto largo y recto. Luego se puede intentar mejorar, solo un poco, la longitud de los tejidos que rodean las semillas con productos hormonales (hay que controlar que estén autorizados) u otras galguerias. Pero lo dicho, si no cuajan bien no serviran de nada porque no puede medir lo mismo un fruto con 2 semillas que uno con 8. Creo que es fácil de entender no?

martes, 23 de octubre de 2012

Stip

Una fisiopatia ahora rara, en tiempos fue común a principios de campaña. Como depende de la variedad,practicamente ha desaparecido por selección. Es una fisiopatía cuyas causas aún no bien aclaradas pero si se sabe que el color aparece porque las células del fruto colapsan y se oxidan. Está relacionado con el metabolismo del calcio en la planta. En las plantas resistentes la concentración de calcio es más alta que en las susceptibles, en tanto que tienen más bajas las concentraciones de nitrógeno y potasio. Por suerte un problema hoy poco común.

lunes, 22 de octubre de 2012

Cuidado con los tratamientos

Cuando se realizan tratamientos que de por si son duros hay que tener mucho cuidado con el resto de variables: No se debe dejar de chorrear, esto que con un jabón no tiene mayores consecuencias cuando se utilizan fitosanitarios es muy peligroso. No se debe sulfatar por la mañana porque el calor va  más y lo que no se seque antes de la calor puede resultar muy agresivo.
Este tipo de quemaduras por chiorreo se ve poco pero cuando se sulfata tanto a lo largo de una campaña hay que ser precavido porque cuando se mancha el fruto de esta manera simplemente no sirve. Asi que siempre hay que cumplir las recomendaciones aunque parezca que por ceder un poco en alguna no va a pasar nada.

domingo, 21 de octubre de 2012

400 millones--Damela ya

Si, 400 millones de euros prometió el presidente en su último viaje a Marruecos, y yo lo que temo es que en un apartado tan amplio como "ayudas a la exportación" se cuelen proyectos de instalaciones de empresas del sector agropecuario allí, donde más daño podrían hacer a nuestra sufrida agricultura. Creo que es deber de las organizaciones agrarias vigilar para donde van esas ayudas porque con el acuerdo nuevo de la Unión Europea-Marruecos se puede abrir un boquete donde quepa todo lo que nos quieran colocar.  Y para tonterias no estamos, solo hay que mirar las pizarras.
Ahora quwe algunos se han vuelto tontos con el nacionalismo, nosotros Andalucia en vena. Una de nuestras actividades más dinámicas, valga el doble sentido, la música, poruq tenemos cantantes a espuertas.

jueves, 18 de octubre de 2012

"Elicitores"

Seguro que lo habeis leido en algún tipo de publicidad, incluso sin castellanizar como "elicitors". ¿Pero que son? Estrictamente hablando en biología un elicitor es una molécula que fomenta la producción de otra. En el campo de la fitopatología se refiere el palabro a una molécula de un patógeno que al unirse a receptores específicos de la planta arranca una cascada de reacciones en ella que al final desenboca en la activación de defensas bioquímicas. Hay elicitores generales como los glucanos producidos por Phytophthora y  Pythium, o los oligómeros de quitina producidos por los hongos superiores, hay muchísimos. Por otro lado existen los elicitores específicos de raza como los productos del famosísimo gen avr, o las proteinas de la cápside de algunos virus que en determinadas razas de plantas generan reacciones de hipersensibilidad e inactiva la infección.
Se han intentado usar estas sustancias comercialmente con mayor o menor fortuna.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Judía de metro

Después de los tremendos post de los dos últimos dias vamos a por algo más ligero.
Antes del descubrimiento de america no existían las judías en Europa, bueno casi, porque teniamos una especie de origen africano Vigna unguiculata. Esta especie está representada por una subespecie cultivada y varias salvajes. Dentro de la subespecie cultivada se reconocen cinco cultivares: tres para comida humana (unguiculata, sesquipedalis, melanophthalmus) otra forrajera (biflora) y otra para obtener fibra (textilis). Un rollo pero la mayoría conoce al menos dos, el figüelo es bastante conocido en la Alpujarra, le llaman en otros sitios caupí. Esta judía pertenece a la cultivariedad unguiculata. Otra conocida nuestra que es la que trae aquí este post, es la judía de metro (cv sesquipedalis). La diferencia en el cultivo de una y otra: mientras los figüelos se cultivan a veces entre otros productos como el maíz. la variedad de metro necesita entutorado de hilo. El problema que tienen aquí estos cultivos es que se consideran de segunda fila porque en nuestra gastronomía no está asentado siendo que en otros sitios tanto africanos como asiáticos o americanos se utiliza muchísimo.
Y efectivamente, casi llega a medir un metro.

martes, 16 de octubre de 2012

APLICACIÓN DE LAS SOLUCIONES NUTRITIVAS

Como continuación de las entradas "ABONAR ¿Lo hacemos fácil? Del 26 y 27 de junio de 2012 y cuyos enlaces son http://elhocino-adra.blogspot.com.es/2012/06/abonar-lo-hacemos-facil-1.html y http://elhocino-adra.blogspot.com.es/2012/06/abonar-lo-hacemos-facil-2.html quiero desarrollar un concepto poco difundido y que se refiere a las distintas formas de aplicación de las soluciones nutritivas. Para ello voy a utilizar el último ejemplo de la diapositiva "S.N. Nº 6" de las mostradas en la segunda entrega. La SN correspondiente queda reflejada en la parte superior de las diapositivas de este post con una Conductividad Eléctrica de 1,1 dS/m (redondeo de 1,08). Los kilogramos de los ácidos puros se han transformado a litros de los productos comerciales correspondientes (73% para el ácido fosfórico y 56% para el ácido nítrico).

El primer ejemplo es para la aplicación de la solución nutritiva sin concentrar. Este sistema es de aplicación para situaciones en las que se manejen pequeñas superficies de cultivo y que, por lo tanto, no sean necesarias balsas o depósitos de grandes dimensiones que encarezcan el sistema. Las dos características fundamentales que han de tener los depósitos son: que sean totalmente opacos a la luz y que su superficies internas sean inalterables a la acción de los ácidos y abonos en general. En la diapositiva se muestra el ejemplo para una balsa de 100.000 litros de capacidad. En la fotografía se aprecia el equipamiento necesario para esta forma de preparar la SN y que es, ni más ni menos, que el necesario para regar, es decir, una motobomba, filtros y un pequeño programador de riego. No se necesitan depósitos para los abonos, ni agitadores, ni inyectores, ni sondas, ni electroválvulas, ni caudalímetros, ni etc. etc. El depósito que se ve a la izquierda se utiliza para la preparación de la SN.

En este segundo ejemplo la solución nutritiva se suministra a través de las populares abonadoras. Es aconsejable disponer de dos depósitos de tal forma que se puedan aplicar todos los fertilizantes en todos los riegos. Hay que calcular la cantidad de agua que se va aplicar en el riego para determinar las cantidades de abonos. En este caso, tal y como se ve en el ejemplo mostrado, se prepara abono para 10.000 litros de agua de riego (las cantidades resultantes son diez veces menos de las mostradas en el resto de los ejemplos).

En este tercer ejemplo, y los siguientes, los abonos se distribuyen en dos depósitos separando el calcio, de sulfatos y fosfatos e inyectándolos en la misma proporción (50-50 por ejemplo). En este caso se muestra la aplicación de la solución nutritiva con venturis y ajuste manual de los caudales de inyección para poder obtener la CE deseada (1,1 dS/m más la CE del agua de riego). Al obtener la CE deseada el pH se corresponderá con los bicarbonatos neutralizados. En el ejemplo que se está utilizando se aportan 3 meq/l de ácido (1 de fosfórico y 2 de nítrico) y, en el supuesto de que el agua de riego tuviera 3,5 meq/l de bicarbonatos, quedaría un pH de 6 aproximadamente. El punto clave para este caso es calcular el caudal de inyección. Para ello, y sabiendo el número de veces que está concentrada la SN (100 en este caso), se divide el caudal instantáneo del sector de riego previamente determinado (ver ejemplo) entre el valor de la concentración y ello dará el caudal al que hay que ajustar los dos venturis para obtener la SN deseada. En este caso el caudal de inyección es de 300 l/h.

El cuarto ejemplo es para aplicar la solución nutritiva con un equipamiento automatizado por medición y ajuste de la conductividad eléctrica. En el ordenador de fertirriego se programa el valor de la CE deseada (1,1 ds/m más la CE del agua de riego) y un mismo valor de inyección (50-50 por ejemplo) para las electroválvulas de los tanques "A" y "B". Al igual que en el caso anterior el pH obtenido en la SN de gotero será de 6 aproximadamente.

Finalmente se muestra este quinto ejemplo, como continuación del anterior, con la variante de que la solución nutritiva se obtiene por la medición y ajuste de la conductividad eléctrica y del pH simultáneamente. En este caso es preciso disponer un tercer depósito "C" en el que se pondrá el ácido nítrico a una concentración tal que permita la inyección del suficiente ácido para que se pueda realizar el ajuste del pH programado. En el ordenador de fertirriego se programa el valor del pH deseado (5,5 en este caso para que en gotero se obtenga 6 aproximadamente), el valor de la CE (1,1 ds/m más la CE del agua de riego) y un mismo valor de inyección (50-50 por ejemplo) para las electroválvulas de los tanques "A" y "B".

lunes, 15 de octubre de 2012

Herramientas olvidadas... (4) Azufre y sublimadores

Para acabar con la serie de las herramientas olvidadas, vamos hoy con una –más que olvidada– mal comprendida. Se trata del humilde y eficacísimo azufre, un gran desconocido a pesar de ser uno de los primeros fungicidas utilizados en agricultura. Comenzó a emplearse en la primera mitad del siglo XIX en viñas, cuando la aparición del oídio de la vid (Uncinula necator) complicó la vida a los viticultores. Aún se emplea masivamente en este cultivo, y después de casi dos siglos de aplicaciones continuas no ha mostrado ningún síntoma de resistencia y sigue siendo sin duda el antioídio preventivo más eficaz. Y además el más seguro para el consumidor final; la toxicidad del azufre es tan baja que la EFSA European Food Safety Authority– consideró en 2009 que su uso en los cultivos no tenía riesgo alguno para la salud, por lo que no era necesario fijar ningún tipo de LMR ni de plazo de seguridad (consideración que ha mantenido en una reciente revisión de este mismo año), equiparando al azufre elemental con los Bacillus thuringiensis y otros insecticidas biológicos. Eso sí, la utilización de azufre en los cultivos ha evolucionado mucho y actualmente hay métodos –basados en la sublimación o vaporización del azufre elemental– muchísimo más eficaces que la “talega” que aún suelen utilizar los agricultores; además estos métodos son perfectamente compatibles con la lucha integrada y el cultivo ecológico, pues bien empleados son muy respetuosos con la fauna auxiliar. Eso sí, los que no conozcan la altísima eficacia de los sublimadores –o vaporizadoresde azufre se preguntarán cómo es posible que un perito en su sano juicio afirme que colgar un puñado de cacharos del emparrillado y encenderlos de noche es más eficaz que “enterrar” bien la planta con azufre en polvo. Pues así es; pero para explicarlo y entenderlo antes hay que comprender cómo se comporta el azufre y por qué previene la ceniza. Irremediablemente volvemos a la física, la química y la biología ¡Qué le vamos a hacer!
El azufre (S) es un elemento químico muy abundante, que forma parte de muchísimos compuestos inorgánicos y orgánicos –desde el yeso de las paredes a las proteínas de nuestras células–. También es fácil encontrarlo en forma elemental; es decir, combinado consigo mismo en vez de con otros elementos químicos. La molécula más común de azufre elemental –hay muchas más(1)– es el anillo formado por 8 átomos que podéis ver en la primera imagen, que los químicos llaman S8. A temperatura ambiente estos anillos se ordenan en cristales –el llamado azufre-α que es el producto que –con distintos grados de pureza– empleamos en agricultura como fungicida antioídio desde hace casi 200 años. Evidentemente lo usamos molido a distintos tamaños de partícula; desde el azufre en polvo –con partículas más o menos grandes– que espolvoreamos sobre los cultivos, hasta el azufre micronizado a tamaños de partícula tan diminutos –de solo pocos micrones(2)– que añadiéndole algunos humectantes permiten su suspensión en agua y la aplicación en pulverización (el llamado “azufre mojable”), porque el azufre elemental es totalmente insoluble en agua. Durante los últimos 100 años ha habido mucha discusión científica sobre el origen del efecto antioídio del azufre, y de ellas han surgido muchas teorías peregrinas que aún pululan en la bibliografía en español que he podido encontrar por la red – la mayoría bastante antigua, por cierto–, pero como podéis comprobar si echáis un vistazo a esta reciente revisión sobre el tema(3) –lamentablemente está en inglés– todo indica a que su actividad fungicida se debe a que, gracias a que el azufre elemental es liposoluble –sobre todo en ergosterol, que es el lípido que forma las membranas de los hongos–, las moléculas de S8 son capaces de atravesar las membranas de las esporas y de los micelios iniciales (4). Una vez dentro del citoplasma, el proceso más afectado es la respiración, que prácticamente se detiene por completo al alterar el funcionamiento de la cadena de transporte de electrones mitocondrial. En uno de los puntos de esta cadena se utilizan hidrogeniones –H+– para reducir el oxígeno –O2– y formar agua –H2O–, pero cuando el azufre anda por allí lo que se forma es un compuesto mucho más tóxico: el ácido sulfhídrico –H2S–, que empeora la situación. Parece ser que todos los procesos de la respiración celular resultan en mayor o menor medida afectados; por lo que no es extraño que, con un punto de acción tan general, no hayan aparecido resistencias en 200 años de aplicaciones continuas. Pero las partículas de azufre que utilizamos son mucho mayores que las esporas de los oídios, incluso las diminutas partículas del azufre micronizado son demasiado grandes para penetrar en las células;  y habíamos dicho que el azufre elemental no es soluble en agua…  ¿Cómo demonios llega el azufre al interior de las esporas?
Pues aunque parezca mentira lo hace en forma gaseosa, o sea en forma de moléculas que se difunden por el aire; y es que si el azufre es bastante particular desde el punto de vista químico, no lo es menos desde el físico. En función de la temperatura y la presión cualquier sustancia puede estar en estado líquido, sólido o gaseoso –el agua es el ejemplo más claro– y varios estados pueden coexistir, cambiando continuamente el equilibrio entre los distintos estados según las condiciones –volviendo al agua, en pleno invierno en nuestras sierras conviven el agua sólida (los cristales de hielo de la nieve), el agua líquida (de riachuelos y torrentes) y el agua gaseosa (el vapor de agua del aire) Los pasos de un estado a otro se denominan cambios de fase y –como podéis ver en la segunda imagen– reciben nombres especiales en cada caso; todos tenemos presentes los cambios entre los estados de sólido y líquido y entre los de líquido y gas, pero los cambios entre sólido y gas (la sublimación y la cristalización) son menos conocidos, pero no por ello menos frecuentes. Los sólidos con una presión de vapor apreciable a temperatura ambiente –como es el caso del azufre– coexisten en estado sólido y gaseoso; por eso el azufre huele, porque parte de sus moléculas con forma de anillo están en estado gaseoso, como vapores que llegan a nuestra nariz y alcanzan las esporas de la ceniza. En esta característica física se basa su capacidad de prevenir el oídio, pues mientras haya azufre sólido en el ambiente parte se sublimará de forma natural para mantener una proporción de sus moléculas en estado de vapor. La cantidad de azufre sublimado depende de la temperatura –solo es apreciable a partir de 15ºC y verdaderamente efectivo contra hongos a partir de 18ºC–, del tamaño de las partículas sólidas –mientras más pequeñas sean más rápido se sublimarán–  y de lo bien repartido que esté el polvo –por eso los espolvoreos con máquina son mucho más eficaces que las aplicaciones “a talega”–. Pero todo tiene un límite, así que polvos demasiado finos y temperaturas superiores a 30ºC pueden provocar fitotoxicidades. Las quemaduras de azufre tienen su origen en el polvo con un diámetro inferior a 1 micrón (ver páginas 53 y 54 de este completísimo informe sobre el azufre elemental); a altas temperaturas estas diminutas partículas se vaporizan rápidamente, elevando tanto la concentración de azufre gaseoso en el aire que las moléculas penetran en gran cantidad en los estomas de la planta. Allí el azufre elemental se oxida y forma dióxido de azufre (SO2) dentro de la cámara estomática, que en el aire húmedo vuelve a oxidarse para formar trióxido de azufre (SO3) Cuando este último gas se difunde dentro de las células vegetales ya la tenemos liada, pues al mezclarse con el agua el trióxido de azufre se convierte nada más y nada menos que en ácido sulfúrico (H2SO4) que abrasa rápidamente las células vegetales desde dentro. Vamos, que las quemaduras de azufre son un proceso muy parecido a las lluvias ácidas que arrasaron los bosques europeos, pero a escala celular.
Repasando lo dicho encontramos que el azufre elemental espolvoreado o pulverizado en formulaciones mojables es eficaz previniendo el oídio –no lo cura, pero sólo a temperaturas medias –entre 20 y 30ºC, por debajo no es eficaz y por encima fitotóxico– y además es engorroso y sucio –el normal hay que espolvorearlo y el mojable mancha muchísimo los frutos– y encima incomoda las faenas agrícolas –huele mal y es irritante–; pues vaya cosa, con razón ha caído en desuso y los agricultores son muy reacios a usarlo... Pero hay una técnica que elimina todos estos inconvenientes y dificultades –aunque genera otros–, y que bien utilizada acaba totalmente con los problemas de oídio en el cultivo; y no es otra que el uso de sublimadores –o vaporizadoresde azufre. Se trata de los aparatos que podéis ver en la tercera imagen; compuestos de una carcasa metálica a la que se acopla una resistencia eléctrica, que dispone de un plato de evaporación donde se coloca el azufre, en formulaciones lo más puras posibles. Cuando se activa, la resistencia eléctrica calienta el azufre hasta unos 150ºC; a esta temperatura el azufre se funde y pasa a estado líquido, evaporándose gradualmente en forma gaseosa –exactamente igual que cuando calentamos agua– que como habíamos dicho es la forma activa contra las esporas de oídio. Este gas se repartirá por el invernadero y cubrirá perfectamente todo el follaje, matando a todas las esporas que haya en el cultivo antes de que comience la infección. La eficacia de este método está constatada desde hace décadas en los invernaderos del norte de Europa y desde hace años en los invernaderos murcianos; en mi tierra desde hace casi una década se están realizando ensayos muy positivos con sublimadores de azufre en la Estación Experimental Las Palmerillas (ver el primer capítulo de este libro o el capítulo 5 de este otro) Aunque he tenido la oportunidad de seguir de cerca estos ensayos, tengo que reconocer que no me convencí totalmente de la eficacia de este método en nuestras condiciones de cultivo, hasta que no lo he visto con mis propios ojos en invernaderos comerciales de cultivo ecológico –y así volvemos a la finca de mi amigo Pepe, de la que ya he hablado en post anteriores de esta serie y en algún otro post (ver aquí)–.
Pero para que esta técnica funcione sin causarnos algún desastre hay que cuidar unos cuantos detalles; y a partir de aquí voy a seguir las directrices que me ha marcado mi amigo, que para eso es el que tiene experiencia en este tema… Los sublimadores se colocan unos 30 cm por encima del cultivo (Pepe los cuelga del propio emparrillado) y lo primero es determinar la cantidad de sublimadores por hectárea y su distribución en la finca, pues es básico que el azufre gaseoso alcance cada metro cuadrado del cultivo. Pepe tiene colocados 40 sublimadores por Ha, con lo que cada uno cubre unos 250 m2 (un cuadrado de 16x16 metros); empieza colocándolos a unos 10 metros de la banda y a partir de ahí formando una red a tresbolillo que cubra todo el invernadero –más o menos como en la cuarta imagen–, con lo que los sublimadores quedarían a unos 18-20 metros de distancia. Los sublimadores funcionan con electricidad y el consumo de cada uno es de unos 100 W –cada Ha consumiría unos 4.000 W–, lo que hay que tener en cuenta a la hora de diseñar la instalación eléctrica –secciones de cable, magneto-térmicos, diferenciales y potencia contratada–. Si no llega energía eléctrica a los sublimadores no tendremos azufre gaseoso y la ceniza campará a sus anchas por nuestro cultivo, así que es básico asegurarnos de que el circuito eléctrico no está fallando y revisar su funcionamiento continuamente. Para evitar los excesos de azufre, optimizar el sistema, evitar la emisión en las horas en que se está trabajando en la finca y bajar la dosis durante la instalación de los ácaros depredadores los sublimadores se conectan durante la noche, en periodos que oscilan de 3 –con plantas pequeñas, ácaros instalándose o épocas de bajo riesgo– a 8 horas –con cultivos desarrollados, auxiliares bien instalados y en épocas de alto riesgo de oídio–, aunque Pepe me comenta que él ha llegado a tenerlos 10 horas diarias funcionando sin que haya visto problemas de ningún tipo. Para controlar su activación basta con un programador horario (como los que hay en los cuadros de muchas comunidades de vecinos) También es muy importante la elección del sublimador, pues hay distintos modelos que trabajan a distintas temperaturas y la cantidad de azufre sublimada dependerá de la temperatura de trabajo; me cuenta Pepe que oscila entre 0,5 grS0/hora en aparatos que trabajan a unos 170ºC y 0,2 grS0/hora en los que trabajan a 150ºC, así que si se utilizan estos últimos –más apropiados para invernaderos de cristal muy herméticos– será necesario incrementar el número de sublimadores por Ha. El uso de sublimadores “caseros” es muy peligroso; pues si el azufre alcanza los 190ºC comenzará a arder y se formarán óxidos de azufre, que son extremadamente tóxicos para plantas, animales y humanos. Para lo último dejo algo también muy importante, la utilización de sublimadores de azufre supone un gran riesgo para el plástico de la cubierta, que puede degradarse prematuramente si no lo protegemos de la acción directa del azufre; en Las Palmerillas ensayaron distintos tipos de protectores, pero a mí me parece que la solución de Pepe –que podéis ver en la cuarta imagen– es la más adecuada: 8 metros cuadrados de plástico de 700 galgas doblado sobre sí mismo y colocado sobre cada quemador; es barata, eficaz y renovable al principio de cada cultivo.
Este último tema del plástico es la principal dificultad para extender el uso de los sublimadores de azufre fuera de los cultivos ecológicos, junto con la necesidad de instalar cableado eléctrico en el invernadero y la avidez de algunas bandas de indeseables por el cobre ajeno. Pero sinceramente, cuando se ha visto la eficacia contra oídio y el estado de los cultivos que no llevan tratamientos periódicos contra este hongo –todos sabemos lo agresivos que son los antioídios químicos y lo mal que mezclan– uno empieza a considerar si no vale la pena el esfuerzo en vez de andar enredando con tanto fitofortificante y extracto de dudosa eficacia y agresivos para la planta… Eso sí, que se olviden de este tema los pepineros; el azufre sublimado es ligeramente fitotóxico para este cultivo y –aunque es posible usarlo– hay que afinar mucho en cuanto a horas y momento de aplicación; quizás demasiado para que merezca la pena en este cultivo, donde han aparecido tantas buenas variedades con bastante tolerancia al oídio en los últimos años.

(1) Aquí el tema se complica porque el azufre elemental puede formar muchas moléculas distintas que los químicos llaman alótropos. La alotropía es una propiedad de algunos elementos químicos que les permite formar moléculas muy distintas solo combinándose consigo mismos y no es una curiosidad, sino algo básico en la naturaleza que permite que el mismo elemento que respiramos (el oxígeno diatómico –O2–) también proteja a la tierra de las radiaciones ultravioletas (el ozono –O3–); o que el carbono elemental pueda al mismo tiempo ser la piedra durísima y transparente que llevan los anillos de pedida (el diamante) y la barra blanda y oscura que nos permite escribir a lápiz (el grafito) El caso es que el azufre es el elemento con mayor número de alótropos de la naturaleza (ver aquí) y muchos de ellos están presentes en pequeñas proporciones en el azufre elemental que utilizamos en la agricultura, por eso en la literatura científica se emplea la notación S0 –en vez de S8– para referirse al azufre elemental, indicando así que se trata de una mezcla de varios alótropos de azufre, es decir varias moléculas distintas formadas todas por azufre, siempre actuando con valencia 0.
(2) Un micrón es una unidad de longitud que equivale a una milésima de milímetro. O sea, que en un metro habría un millón de micrones.
(3) En el mismo título del review está la mayor sorpresa. Los dos autores descubrieron (y admiten que ni ellos mismos lo esperaban) que el azufre elemental –S8– actúa como fitoalexina en plantas de muy diversas familias. O sea, que es sintetizado por las propias plantas en respuesta a los ataques, dentro del mecanismo general de defensa contra los patógenos que poseen los vegetales (mecanismo que expliqué en este post) Vamos, que las plantas descubrieron las propiedades fungicidas del azufre millones de años antes que los agricultores (a mi juicio, esto sí que es una “cura de humildad”…) Por otra parte, este descubrimiento clarifica el hecho de que la carencia de azufre esté directamente relacionada con un incremento de los problemas criptogámicos; la actuación del azufre elemental como fitoalexina aumenta la importancia de la correcta fertilización con azufre –en forma de sulfatos (SO42-)– para la resistencia natural de las plantas a las enfermedades y aumenta mi admiración por el que fue mi primer maestro en esto del peritaje, que me decía hace más de una década que el mejor fungicida era el sulfato potásico.
(4) Aunque no está comprobado, se sospecha que a esto se debe el rango de acción fungicida del azufre. El ergosterol es el lípido que forma la membrana de los hongos, pero en las membranas celulares de plantas, animales y oomicetos el lípido predominante es el colesterol; por ello el azufre elemental no puede penetrar en sus células. En experimentos in vitro el S8 se ha mostrado eficaz contra hongos vasculares –Verticillium y Fusarium incluidos– lo cual explica su actividad como fitoalexina. Desgraciadamente las plantas no pueden absorber el S8, así que solo podemos emplearlo contra hongos que se desarrollen fuera de los tejidos vegetales, como los oídios y oidiopsis. Por otra parte, la ausencia de efecto curativo del azufre se debe a que en los micelios bien desarrollados de los oídios las hifas se compactan y se recubren de una capa protectora que impide a los anillos de S8 el acceso a la membrana celular.

domingo, 14 de octubre de 2012

Campo de Dalías--El reino de la playa

Han cambiado paulatinamente un nombre tan sonoro como Campo de Dalías por otro tan soso, poco descriptivo y confuso como es el Poniente. Lo cual es gracioso cuando para ir al Poniente desde Adra tienes que ir hacia levante. En el Campo de Nijar hay una situación similar aunque en un estaío menos avanzado. Y todo por las famosas rencillas de final de los 70 y principios de los 80 entre Dalías y El Ejido, a lo que se sumaron muy alegremente otros municipios como si pertenecer al Campo de Dalías fuera un agravio. Menos mal que para muchos organismos oficiales el nombre no ha cambiado. Cosas de catetos.
Una canción muy famosa en Andalucía pero seguro que desconocida fuera. Originada en un pasodoble de carnaval, con una letra muy poética y una música sencilla. La versión en disco se puede oir aquí. Pero yo prefiero esta versión de salón parroquial, "unplugged" total en Tarifa, uno de mis pueblos favoritos dicho sea de paso.

sábado, 13 de octubre de 2012

La importancia de quitar los frutos malos

¿Y que son frutos malos? Pues principalmente los que no han cuajado bien (como los que muestra la foto de la web de Zerain). Si como todos reconocemos la planta tiene un límite para engordar un número determinado de fruto, el dejar los frutos malformados hace que otras buenos no salgan en posteriores cuajos. Ya se que es mano de obra pero creo que es una de la mejor utilizada porque aumentará notablemente la calidad media de la cosecha. A ser pòsible hay que quitarlos lo antes que se pueda después del cuajo. Mantener los frutos deformes no sirve más que para aumentar la cantidad de segunda que se recoje, y eso si que sale caro.
Bueno, solo por recordar porque esto lo sabe todo el mundo.

jueves, 11 de octubre de 2012

Cálices arremangados

Esto se encuentra en invernaderos planos después de las lluvias. logicamente yo lo achaco al cambio de conductividad en la solución del suelo. La variedad es soberano pero lo he visto en otras, incluso algún california pero en estos es menos común. Algunos agricultores a los que traiciona la memoria lo confunden con daños de trips (que años aquellos), pero se diferencia facilmente porque el cáliz no está de color marrón por dentro.
Aquí la Atherigona encuentra un sitio ideal para poner sus huevos, por suerte por aquí es rara.

martes, 9 de octubre de 2012

Atherigona orientalis ataca de nuevo

Ya indicamos como era esta mosca en un post anterior. Parece que sigue su expasión y es más agresiva. Antes la habiamos visto atacar frutos con alguna herida, pero ya se le ve atacando cortes frescos de pimiento. La secuencia parece ser: corte fresco, ataque por Atherigona y posterior descomposición por bacterias. Curando los cortes se evita esto. Gracias a Raquel Martínez que me ha mandado el reportaje fotográfico del que aquí pongo tres fotillos.
Las larvas son blancas que posteriormente se endurecen y forman una pupa marrón.
























Toxicidad por manganeso en tomate. El manganeso en suelos neutros (2 de 2)

Andábamos a vueltas con el comportamiento del manganeso en los suelos agrícolas con pH entre 5,5 y 8 –que son la mayoría– y hablábamos de los factores que afectan a la disponibilidad de Mn2+, la forma más reducida de manganeso que pueden absorber las plantas. Veamos qué son y cómo afectan los tres factores que citábamos en el post anterior.
El potencial redox (εH) es un parámetro que mide las condiciones de oxidación-reducción de un medio, que afectan a aquellos elementos químicos que pueden tener distintos números de oxidación, lo que les permite combinarse con un mismo elemento formando distintas sustancias. En las reacciones de oxidación-reducción se intercambian electrones –de hecho en las pilas alcalinas que alimentan el teclado en el que escribo se están produciendo continuamente reacciones de este tipo; hasta que se gasten, claro está–, así que el potencial redox se expresa en voltios. Cuanto más alto sea su valor más oxidante es el ambiente y predominarán las formas más oxidadas –Mn4+, en el caso del manganeso–; inversamente, cuanto más bajo sea su valor el ambiente es más reductor y predominan las formas reducidas –Mn2+, en el caso que hoy nos ocupa–. En los suelos el principal factor reductor es la materia orgánica (que al oxidarse provoca la reducción de otras muchas sustancias) y el principal factor oxidante el oxígeno, que tiene una avidez tremenda para combinarse con todos los demás elementos. Si no se añade materia orgánica, el potencial redox depende en gran medida de la cantidad de oxígeno del suelo –que es lo mismo que decir de lo húmedo que esté–. Cada vez que regamos variamos la humedad del suelo, afectamos a su cantidad de oxígeno y por tanto variamos su potencial redox. En la primera imagen se muestra la relación que existe en los suelos entre pH, potencial redox (εH) y humedad, fijémonos en ella y partamos de un suelo arenoso, con un pH alrededor de 6,5, en verano y sin cultivo, o sea extremadamente seco y con mucho aire –que es lo mismo que decir mucho oxígeno–, exactamente las condiciones del suelo de Colono antes de plantar los tomates; es obvio que el potencial redox será bastante alto, las condiciones fuertemente oxidantes y la forma predominante de manganeso el Mn4+, inmovilizado como óxido de manganeso (IV) insoluble. Ahora demos un buen riego de plantación, plantemos nuestro cultivo y sigamos regando frecuentemente para mantener el suelo húmedo; es obvio que habrá bajado la cantidad de aire en el suelo, habrá menos oxígeno, el potencial redox bajará bastante, las condiciones serán más reductoras –o al menos, menos oxidantes–, predominará la forma soluble Mn2+, y habrá mucho más manganeso disponible para la planta. En un suelo con un pH ligeramente ácido, arenoso y rico en manganeso, simplemente con variar la humedad al empezar a regar aumentamos drásticamente la disponibilidad de manganeso por el descenso del potencial redox. En suelos con pH básico –como las “tierras rojas” roqueteras– este descenso del potencial redox no sería tan peligroso; el manganeso pasaría a su estado reducido, pero a pH básicos permanecería insoluble como carbonato de manganeso (II) –MnCO3–… Hace falta algo más para provocar toxicidad en los pimientos.
Pero vayamos por partes –como dijo Jack the Ripper–. El segundo factor que comentábamos era la actividad biológica de los microorganismos oxido-reductores del suelo. Existen muchos microorganismos de suelo que se dedican a oxidar o reducir el manganeso. Su actividad depende en cierta medida del pH; en medios ligeramente básicos la actividad de los microorganismos oxidantes aumenta y desplazan el equilibrio del manganeso hacia las formas no accesibles para las plantas, mientras que en medios ligeramente ácidos son los reductores los que aceleran su actividad desplazando el equilibrio hacia el Mn2+, la forma reducida de manganeso que toman las plantas. Pero la actividad de cualquier microorganismo depende principalmente de la temperatura, y –dentro de los límites biológicos– será más alta cuanto mayor sea la temperatura del suelo. En un invernadero siempre hace calor en verano; y en Córdoba más, así que no es de extrañar los datos de las temperaturas de suelo que me ha enviado Colono y que podéis ver en la gráfica de la segunda imagen. La temperatura media del suelo no bajó de los 25ºC hasta mediados de septiembre y al inicio del cultivo rondó los 30ºC. En estas condiciones, con un pH ligeramente ácido y un montón de manganeso disponible los microorganismos reductores hicieron su agosto –y su septiembre– liberando Mn2+ disponible para el cultivo sin ton ni son. Ese ha sido a mi juicio el principal factor que ha provocado la fitotoxicidad en los tomates cordobeses, pero no puede explicar los desastres de los invernaderos roqueteros; con un pH básico son los microorganismos oxidantes los que muestran mayor actividad, y el efecto debería de ser el contrario.
Pero queda un último factor, el decisivo en las toxicidades de las “tierras rojas” del Poniente almeriense, que no es otro que el empleo de abonos acidificantes. Y… ¿Cuáles son los abonos acidificantes? Muchos contestarían rápidamente que los ácidos, pues sí, pero no: aunque parezca mentira hay otros abonos que tienen una reacción mucho más ácida en el suelo que los ácidos nítrico y fosfórico, y que gastamos en las "tierras rojas" alegre e incoscientemente. La acidez no es otra cosa que el equilibrio de disociación del agua(1), que en una pequeña parte está disociada en hidrogeniones –H+– e hidroxilos –OH-–. En el agua pura la concentración de ambos iones sería la misma, pero las sustancias disueltas en el agua afectan al equilibrio entre ambos iones, que se desplaza a uno u otro lado para mantener constante el producto de los dos iones. Cuanto mayor sea la concentración de hidrogeniones –H+– (y menor la de hidroxilos –OH-–) diremos que un medio es más ácido; el pH es solo un índice matemático para medir esa concentración(2). El efecto acidificante de un abono es su capacidad para aumentar el número de hidrogeniones –H+– presentes en la solución del suelo, y –como podéis ver en la tercera imagen– los abonos que aportan más hidrogeniones son aquellos que llevan amonio en su composición, sobre todo la urea, el nitrato amónico y el sulfato amónico. Si hablamos en kilos todos ellos acidifican el suelo bastante más que los ácidos; incluso el fosfato monoamónico tiene el mismo efecto acidificante que los ácidos nítrico y fosfórico. Los abonos amoniacales liberan hidrogeniones y acidifican el suelo mediante un proceso biológico denominado nitrificación, por el que bacterias de los géneros Nitrosomonas, Nitrosococcus y Nitrobacter convierten el amonio (NH4+) en nitrato (NO3-)  En suelos con pH cercano a la neutralidad y con niveles altos de manganeso, es mucho más peligroso utilizar estos abonos amoniacales que regular el pH con ácidos, pues aunque no bajen el pH en la solución de riego si bajan –y mucho– el pH del suelo una vez que han sido incorporados al mismo (por cierto, para aquellos que confían en los abonos cristalinos, hay que tener en cuenta que muchos suelen llevar una parte importante del nitrógeno en forma ureica o amoniacal) Evidentemente todo lo dicho no quiere decir que estos abonos sean intrínsecamente malos; en suelos calizos y pesados –como son la mayoría de los de Almería– y/o usando aguas de riego muy básicas su uso no es solo posible, sino a veces muy recomendable; pero en suelos arenosos de pH alto, con poca caliza y poca materia orgánica es peligroso y nada recomendable utilizar abonos amoniacales en pleno verano. En muchos suelos el efecto tampón es casi infinito y siempre acabará devolviendo el pH a su valor original; pero la capacidad tampón del suelo depende del nivel de coloides (que es casi lo mismo que decir su nivel de materia orgánica), de su Capacidad de Intercambio Catiónico o CIC (que depende de la materia orgánica y del porcentaje de arcilla), del nivel de caliza (distinto según el origen de cada suelo) y de la cantidad de calcio que haya en el complejo de cambio (variable según el agua y los abonos utilizados, pues algunos acidifican el suelo a largo plazo mediante un lento proceso llamado descalcificación(3)) Los suelos arenosos, pobres en materia orgánica, pobres en caliza o descalcificados tienen un efecto tampón mucho más reducido y son sensibles a la acidificación –más o menos permanente– ocasionada por los abonos amónicos acidificantes, incluso partiendo de pH francamente alcalinos. Afortunadamente en Almería no abundan estos suelos; salvo precisamente en algunas “tierras rojas” de San Agustín y Roquetas –justo donde nos aparece la toxicidad por manganeso en pimiento– que son suelos muy arenosos, pobres en materia orgánica y caliza, con un CIC muy bajo y parcialmente descalcificados por el uso continuo durante años de sulfato amónico en cantidades industriales. Sé que muchos no estarán de acuerdo conmigo... Desde que soy perito todo el mundo me habla de los suelos ácidos de San Agustín y Roquetas, pero el caso es que jamás he visto un suelo ácido –o sea, con un pH muy inferior a 7– en los análisis que he realizado a estas tierras rojas, y tampoco nadie me ha enseñado jamás un análisis así… Curioso, diría yo. Volviendo a los tomates del compañero Colono, empleó una pequeña cantidad de nitrato amónico durante los riegos de agosto –ridícula en comparación con lo que solemos manejar por aquí–; algo pudo colaborar en la aparición del problema, pero –dada mi nula experiencia en invernaderos cordobeses– no me siento capaz de valorar si fue muy importante su efecto... Personalmente sigo pensando que el principal factor fue la temperatura, o más bien su efecto acelerante sobre la actividad de los microorganismos reductores.
Resumiendo, en mi opinión es la combinación de los tres factores que analizó en el post el origen de las toxicidades por manganeso que a veces aparecen en suelos neutros o alcalinos: 1) Condiciones más reductoras debido al cambio de humedad en el suelo que provocan los necesarios riegos al cultivo, 2) altas temperaturas de suelo que aceleran la actividad reductora microbiana y 3) uso de abonos acidificantes al inicio del cultivo (principalmente nitrato amónico, pero también sulfato amónico y urea, muchas veces en forma de abonos cristalinos) que provocan un descenso más o menos permanente del pH del suelo. Juntemos esto con una alta disponibilidad de manganeso en el suelo, un bajo efecto tampón –consecuencia de la falta de caliza y materia orgánica, y de la descalcificación– y tenemos todas las papeletas para una preciosa toxicidad de manganeso. La aparición o no de los síntomas dependerá de la sensibilidad de la planta; la judía es muy sensible, el pimiento aguanta hasta las 250 ppm, el tomate llega hasta las 700 ppm, pepino y calabacín son mucho menos sensibles y aguantan valores mucho más altos. La solución –aparte de no poner cultivos sensibles–, atacar en todos los frentes posibles: 1) solarizar para mantener húmeda la tierra aunque no haya cultivo durante el verano, manteniendo soluble el Mn2+ y posibilitando su lavado a las capas más profundas del suelo; 2) retrasar en lo posible la siembra para esquivar las temperaturas más altas; 3) no utilizar ni ácidos ni fertilizantes amoniacales, al menos en épocas de altas temperaturas y 4) obviamente, no aportar manganeso en la solución de fertirrigación. Sé que esta teoría mía choca con la creencia general de las “tierras rojas ácidas” (a mi juicio, otra de las leyendas rurales de este bendito campo), pero el hecho de que los pH de estos suelos rocen la neutralidad –o en el caso de algunos sean francamente básicos– y que, a pesar del antagonismo entre hierro y manganeso, las toxicidades de manganeso siempre coincidan con unos niveles altísimos de hierro en la hoja (en el análisis de los tomates con síntomas de Colono el hierro alcanzaba más de 500 ppm) a mi parecer indican que el problema se debe a una acidificación de un suelo originalmente como poco muy cercano a la neutralidad. Esta acidificación –propiciada en muchos casos por un manejo inadecuado del abonado– pone a disposición de la planta cantidades ingentes no solo de manganeso, sino también de hierro –elemento que tiene un comportamiento químico similar–, por lo que los niveles foliares de ambos micronutrientes son muy altos, llegando a ser fitotóxicos para el manganeso.
Por cierto, los tomates de Colono han dejado de mostrar síntomas de toxicidad por manganeso y según me comenta por mail parece que tirarán adelante. Durante el mes de septiembre dejó de aportar tanto nitrato amónico como ácido fosfórico al cultivo, y parece que entre eso y –sobre todo– gracias a la bajada de las temperaturas de suelo, los síntomas han remitido. Esperemos que acabe el cultivo con éxito y que el año que viene no vuelva a repetirse el problema…  

(1) En realidad sería lo mismo para cualquier otro disolvente que se comporte como un ácido débil, pero en nuestro caso el disolvente siempre es el agua.
(2) El pH es un índice que se calcula como el negativo del logaritmo decimal de la concentración de hidrogeniones (pH = -log[H+]) Básicamente es un truco matemático para expresar la acidez de una disolución evitando la utilización de números muy pequeños y manteniendo una escala entre 1 y 14.
(3) En suelos no calizos, o en suelos arenosos y pobres en materia orgánica –y por tanto con un complejo de intercambio catiónico muy bajo– los abonos con sulfatos (sulfato potásico, sulfato amónico y sulfato de magnesio) o cloruros (cloruro potásico) tienen efecto acidificante a largo plazo debido a su efecto descalcificador. Los sulfatos y cloruros forman con el calcio disuelto en el agua sulfato cálcico (CaSO4) y cloruro cálcico (CaCl2), sales hiposolubles que son arrastradas por drenaje a las capas más profundas del suelo. Esto conduce progresivamente a la sustitución del calcio (Ca2+) por hidrogeniones (H+) en el complejo de cambio del suelo, lo que finalmente lleva a una drástica reducción del efecto tampón del suelo y su consiguiente acidificación. Evidentemente es el sulfato amónico el abono más descalcificante, pues mientras los sulfatos se encargan de borrar al calcio de la solución del suelo, los hidrogeniones procedentes de la nitrificación del amonio se encargan de sustituir al calcio en el complejo de cambio del suelo. Vamos, que en suelos con un porcentaje bajo de caliza no debería de utilizarse nunca este abono.

lunes, 8 de octubre de 2012

Toxicidad por manganeso en tomate. El manganeso en suelos neutros (1 de 2)

La historia de hoy es antigua, pues comienza hace ya más de un mes. Todo empezó cuando a finales de agosto recibí un email desde la campiña cordobesa del compañero Colono, con fotos de unos extraños síntomas en sus tomates. No tenía ni la menor idea de a que podían deberse, y así se lo comenté en mi respuesta; pero 10 días después recibí otro email donde Colono describía el síndrome con detalle en las fotos de la primera imagen, al tiempo que comentaba que el problema se agravaba y que comenzaba a temer por la integridad de la plantación. Con más información era posible investigar un poco, y –después de preguntar al “señor Google”– me dio la impresión de que podía tratarse de una toxicidad por manganeso, pues los síntomas coincidían con las descripciones y las pocas fotos que pude encontrar en la bibliografía. Esto también coincidía con el hecho de que nunca hubiera visto síntomas de este tipo en Almería, pues suelen aparecer en suelos ácidos o regados con aguas ácidas, y por aquí no tenemos muchas ni de los unos ni de las otras. Hasta ahí solo podemos hablar de una especulación técnica, demasiado poco para asegurar y aún menos recomendar nada. Para alcanzar un diagnóstico seguro y determinar que está pasando hay que analizar suelo, agua y hojas de plantas sanas y con síntomas. Aquí es donde muchas veces nos detenemos en Almería, pues los análisis cuestan un dinero que muchos agricultores no consideran necesario gastar –y aclaro que están en su derecho de opinar así–.
Pero en este caso nos habíamos encontrado dos tipos bastante curiosos, así que Colono me envió unos días después los análisis de su agua de riego y del suelo de la parcela que aparecen –en parte– en la segunda imagen. El agua de riego era ligeramente básica, pero muy cercana a la neutralidad (pH= 7,47) –aunque en otro análisis anterior era ligeramente ácida (pH= 6,64)–  y no aportaba nada de manganeso. El suelo era ligeramente ácido, pero también muy cercano a la neutralidad (pH= 6,35) y rico en manganeso (400,11 ppm), además tenía una textura –aunque franca– muy arenosa (arcilla: 21.3%, limo: 24.4%, arena: 54.3%) detalle que –como veremos más adelante– no es baladí. El caso es que este nivel tan elevado de manganeso en suelo reforzaba mi teoría de la toxicidad, pero con esos valores de pH en suelo y agua no se podía estar seguro; la toxicidad por manganeso –o por otros metales como hierro o aluminio– aparece en suelos francamente ácidos, con un pH igual o inferior a 5,5. Para confirmar el diagnóstico no hay más remedio que analizar las hojas, teniendo en cuenta que las aplicaciones de ditiocarbamatos falsean el resultado (mancoceb y maneb son sales de cobre y manganeso) Dicho y hecho; Colono analizó las hojas de plantas sanas y con síntomas y encontró los resultados que muestra la segunda imagen. En ambos casos se trata de niveles elevados, pero en las plantas con síntomas superan en mucho a los niveles tóxicos –establecidos para tomate en torno a 700 ppm–. El diagnóstico estaba confirmado: Colono se enfrentaba en su invernadero cordobés a una toxicidad por manganeso en tomates, que ya había observado a pequeña escala la campaña pasada y en esta última se había agravado considerablemente. Pero –como he comentado antes– los pHs de suelo y agua de riego indican que, a pesar de los niveles altos de manganeso en suelo, a priori no debían aparecer estos síntomas de toxicidad ¿Por qué?... Veámoslo.
El Manganeso (Mn) es muy abundante en los suelos, pues forma parte de muchísimos silicatos, que son con mucho los minerales más abundantes de la corteza terrestre. La meteorización de estos silicatos en el suelo da origen a numerosos óxidos de manganeso, que son la fuente primaria del manganeso que en pequeñas cantidades necesitan las plantas –y el resto de los seres vivos–. Pero el caso es que a pesar de su abundancia pueden aparecer –como todos sabemos y sufrimos– carencias y toxicidades, y para explicarlo no nos queda otra que adentrarnos en el “feo” mundillo de la química… ¡Qué le vamos a hacer! En estos óxidos el manganeso se combina con diferentes números de oxidación –concretamente 2, 3 y 4– formando el óxido de manganeso (II) –MnO– donde tendríamos Mn2+, el óxido de manganeso (III) –Mn2O3– donde tendríamos Mn3+, y el óxido de manganeso (IV) –MnO2– donde tendríamos Mn4+. Estas tres formas están en equilibrio en el suelo, dependiendo su concentración relativa de factores químicos (el pH y el potencial redox) y factores biológicos (actividad de microorganismos oxidantes o reductores de manganeso y presencia de materia orgánica) Y todo este rollo no es una frivolidad inútil de “perito loco”, pues las plantas sólo pueden absorber el manganeso en estado de oxidación 2 –el Mn2+– que es la única forma soluble (aunque sólo a pH ácidos) y la que puede fijarse en el CIC del suelo, quelatarse con compuestos orgánicos y estar en la solución de suelo accesible para las raíces. O sea que –tenga mucho o poco manganeso nuestro suelo– en función de sus condiciones químicas y de su actividad biológica podemos tener poco Mn2+ –y carencias– o demasiado Mn2+ –y toxicidades–. Viendo las imágenes del cultivo de Colono o las de las toxicidades que a veces aparecen en los pimientos roqueteros (ver aquí), y recordando las carencias que aparecen invierno tras invierno en los pimientos de Almería, creo que vale la pena profundizar en el comportamiento de este elemento en el suelo… No es fácil, pero el que quiera seguirme que me sigua.
El primer factor que afecta a la disponibilidad de manganeso es el pH. En suelos con pH francamente básico (mayor que 8) predomina la forma más oxidada del manganeso –el Mn4+– que forma óxido de manganeso (IV) –MnO2– un compuesto francamente insoluble, por lo que gran parte del manganeso del suelo queda fuera de la acción de las plantas y de los microorganismos. Es lógico que en estas condiciones –típicas de muchos suelos calizos, como los de Almería– puede haber carencias cuando la actividad de los microorganismos baje con los fríos invernales; si a esto le añadimos la naturaleza caliza y el pH básico de nuestros suelos es lógico que las carencias de manganeso sean endémicas, pues parte del poco Mn2+ que queda precipita en forma carbonato de manganeso (II) –MnCO3– también insoluble a pH alto. Si el suelo tiene un pH claramente ácido (por debajo de 5,5) estamos en la situación inversa; el manganeso está reducido a Mn2+, soluble y disponible para la planta –que lo absorberá sin ton ni son hasta pillar una auténtica “indigestión”– lo que hará que aparezcan toxicidades. Afortunadamente para nosotros estos suelos tan ácidos no son frecuentes en el sur de España, y desde luego nunca he visto ninguno en Almería. Entre estos dos valores de pH, es decir en el rango entre 5,5 y 8 –que es donde se encuentran la mayor parte de los suelos agrícolas con los que trabajamos– el equilibrio entre las distintas formas de manganeso dependerá de tres factores: el potencial redox, la actividad microbiana –que depende fundamentalmente de la temperatura del suelo– y el uso –o abuso– de abonos acidificantes. En el próximo post trataremos de desmenuzar cada uno de esos factores y terminaremos de averiguar que ha pasado en la plantación del compañero Colono y que pasa en los pimientos roqueteros donde aparece este problema…

domingo, 7 de octubre de 2012

Mundo rural--El gran Dann

No se porque las transiciones del mundo rural al urbano las hace la gente muy facilmente y sin embargo la via contraria es tan difícil. Aquí lo notamos poco porque vivimos en un conglomerado rural-urbano muy particular. La realidad es que pintan bastos en las zonas urbanas, en el campo siempre es igual, no cambia casi nada. Mucha gente que podría volver al campo y no vivir miserablemente en una ciudad no lo hace. Yo sinceramente no lo entiendo, pero bueno, cada uno hace lo que quiere. Siempre nos fijamos en las modernuras de la ciudad pero ya podrían copiar los de las empresas ultramodernas algunos comportamientos de la gente del campo, mejor les iría, y los ERES no serían tantos ni tan dolorosos. En fin.
"Que estos dias aciagos sean para mi, y que me lleguen ahora en los años de mi vejez, en lugar de la paz que creía merecer.......Los jóvenes mueren mientras los viejos se agostan lentamente" Théoden,  Las dos Torres.

viernes, 5 de octubre de 2012

Cargazones

Cuando el pimiento cuaja (igual pasa en los demás cultivos) se produce una reordenación de las corrientes floemáticas de la planta. Si antes los fotosintátos se repartían desde las hojas a brotes tiernos y raices principalmente, cuando cuaja el principal sumidero de la planta son los frutos, y más concretamente las semillas. Si la planta ha cuajado en exceso, como el movimiento floemático sigue un mecanismo sencillo desde las zonas de más concentración (las hojas) a las que mayor crecimiento tienen (los frutos) la planta muestra un desequilibrio enorme. Todo el mundo ha visto el parón que sufre la parte aérea (es que la planta no puede, se dice); sin embargo es menos notorio como es lógico el cambio que se produce en la raíz, cuyo desarrollo se detiene por culpa del desvío de carbohidratos hacia el fruto; eso quiere decir que la cantidad relativa de raíz disminuye porque la que va muriendo no se sustituye. Eso hace que la planta siga parada hasta que disminuya el tiro del fruto. Conclusión: es muy importante que los pimientos cuajen poco a poco y no de golpe; la mejor ayuda si han cuajado todos a la vez deben ser los enraizantes porque fomentarán en parte la producción de raíz. (o cortar verdes)
De todas maneras no hay que infravalorar la capacidad de las distintas variedades, porque no todas responden igual.

jueves, 4 de octubre de 2012

Más de herbicidas

Siempre lo decimos, los herbicidas, aunque parezca que no, son peligrosos dentro del invernadero. De hecho no tienen autorización para ser usados durante el cultivo, pero alguna gente le tira a las orillas pensando que no entrará dentro y pasa lo que pasa. Hace unos dias puse una mata de pimiento quemada por la deriva de glufosinato. Hoy traigo un efecto diferido del mismo producto. Cuando se utiliza, se supone que se degrada en el suelo y las plantas cultivadas no lo absorben. Pero que pasa cuendo llueve poco tiempo después y se produce una ligera lixiviación hacia adentro? Pues pasa lo que se ve en la foto, y a algunos técnicos quizá los vuelvan locos preguntándole que le pasa a suis plantas. Y aparte de lo que se ve, también se caen las hojas inferiores.
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