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miércoles, 20 de julio de 2011

Atherigona orientalis en berenjena

Ya hablamos de Atherigona orientalis sobre pimiento hace unos meses (ver aquí), pero la verdad es que esta mosca se ve en todos lados: cultivos, jardines, restos vegetales, basuras urbanas... ¡Esta por todos lados!; lo cual no deja de ser curioso porque oficialmente este bicho no está presente en la Europa continental (según Fauna Europaea sólo se encuentra en Chipre y Canarias) El caso es que para el tema de criar plantas -que es lo nuestro- no parece en principio un bicho que deba preocuparnos. Atherigona orientalis es un típico insecto descomponedor, cuyas larvas se dedican a comer material vegetal en decomposición, así que no es extraño que haya tantísimas después de la cantidad de género que hemos tirado gracias a nuestros amigos alemanes.
El problema es que a veces no espera a que el material vegetal esté fuera de la planta... Como podeís ver en las fotos de la primera imagen las hembras de Atherigona orientalis se concentran en cualquier herida abierta de la planta tratando de poner sus huevos en las proximidades. En el cultivo de berenjena que he visitado está tarde se formaban grupos de moscas sobre los pedúnculos de las flores y algunos cogollos, coincidiendo con daños por picaduras de cinches (teníamos algo de Nezara y sobre todo daños de Nesidiocoris) También se veían moscas en las grietas del cáliz y las pequeñas heridas que a veces aparecen en los frutos, estuvieran o no cicatrizadas. Como podeís ver en la foto de la derecha, algunos de estos grupos eran espectaculares -por no decir repugnantes-. Así que, si su población se dispara a estos niveles, no tenemos más remedio que considerarla una plaga secundaria pues, aunque el responsable último del daño es la chinche, la larva de la mosca es la que termina el "trabajo", ya que el fruto, la flor o el tallo acaba pudriéndose.
En la segunda imagen puede verse el ciclo de Atherigona orientalis. Los huevos, blancos y alargados, son depositados en grupos sobre la epidermis vegetal cerca de heridas o grietas. De ellos sale una larvita casi transparente que no puede atravesar la epidermis de la planta, pero si puede (con su aparato bucal raspador) agrandar la herida y acceder al tejido vegetal blando (pulpa, cambium,...) del que se alimenta. Estas larvas son muy agresivas y no desprecian la carne de otras larvas cuando se las encuentran, siendo muy habituales tanto la depredación de larvas de otros dípteros (drosófilos por ejemplo) como el canibalismo. Cuando crecen las larvas van aumentando su tamaño, haciéndose visibles las mandíbulas y los espiráculos traseros, ambos de color negro. Una vez completamente desarrolladas forman una pupa marrón oscura con forma de barril, que suele estar situada en medio de los restos medio podridos -pero ya secos- de los que se ha alimentado la larva. De la pupa saldrán los adultos, unas pequeñas moscas de 5 o 6 mm que pueden reconocerse en campo por su abdomen naranja con manchas circulares marrones. Los adultos viven muy poco e inmediatamente copularán y buscarán donde colocar sus huevos. Como curiosidad, esta especie tiene un cortejo característico en el que el macho se acerca a la hembra con las alas extendidas y balanceando su cuerpo de un lado a otro antes de fecundarla. Asi que si veis "moscas bailonas" en el invernadero casi seguro que se trata de Atherigona orientalis haciendo "sus cosas".
Antes de que cunda el pánico hay que dejar bien claro que Atherigona orientalis NO ES PLAGA POR SI SOLA, sino que necesita que otros insectos (chinches, orugas de lepidopteros,...) le abran el camino. Además es muy difícil que prolifere a niveles peligrosos si no hay restos vegetales cerca. La mejor manera de evitarla es la limpieza, tanto del invernadero como de sus alrrededores. A este respecto hay que señalar que a las moscas le da igual que los restos vegetales estén en el contenedor, así que es bueno vaciarlo periodicamente.
A pesar de que en los dos últimos años he visitado cultivos con poblaciones enormes de esta mosca, nunca había encontrado depredadores hasta hoy. En la tercera imagen podeís ver a un macho de Coranus griseus zampándose una de estas moscas. Parece que esta chinche asesina se está volviendo un visitante habitual de los cultivos de berenjena este verano, porque me lo encuentro en todos los cultivos que visito. Como no pudimos poner fotos de reduviidos en la revista de junio aprovecho para señalar las principales características de esta familia de chinches: presencia de ocelos, antenas de 4 artejos con el primero mucho más largo que el resto, y un pico grueso de tres artejos que no se pega al abdomen en posición de reposo. De todas maneras no hay que tener muchas esperanzas con este bicho, pero en fin... muy útil no será, pero hace bonito.

2 comentarios:

  1. Muy bueno el artículo, como siempre. Me alegro que los Coranus vuelvan a verse con más frecuencia... ¿lo has visto atacando otras plagas secundarias?
    Alex.

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  2. Solo lo he visto comiendo Atherigona y larvas de mariquita, pero imagino que también comera chinches... Si lo vuelvo a ver te lo comento.

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