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martes, 23 de diciembre de 2014

Alcachofas ecológicas en la Sierra de Gador.

Hace algún tiempo un amigo me habló de una plantación de alcachofas en ecológico que crecía en la Sierra de Gádor -la que podéis ver en la primera imagen-, donde había visto en sus últimas visitas técnicas algunos curiosos escarabajos. Uno de ellos le tenía bastante mosqueado, pues abundaba enormemente en las alcachofas, así que -como conoce mi afición por los bichos de seis patas- capturó algunos ejemplares y los bajó hasta el llano para que les echara un vistazo. Cuando vi a los coleópteros de marras, mis sospechas se confirmaron; se trataba de una plaga menor de este cultivo, que en ecológico podría llegar a ser un problema... Tenía muchas ganas de subir a fotografiarla, pero entre unas cosas y otras no hubo manera; las auditorías, las visitas de clientes y el propio trabajo técnico no me dejaban tiempo para mis desvaríos entomofilicos. Acabado noviembre y con las obligaciones laborales más resueltas, la semana pasada pude escaparme una tarde a disfrutar de un poco de cultivo al aire libre, justo a los pies de las montañas y armado con mi cámara. Las temperaturas han bajado ya mucho y costó trabajo encontrar a los escarabajitos que buscábamos, pero mientras aparecieron pude fotografiar algunas otras especies, y con el resultado de este safari me he currado este post.
Lo primero que me crucé fue esta bonita pareja de escarabajos haciendo de las suyas en lo que creo que es una hoja de pamplina o hierba gallinera (Stelaria media) Se trata del crisomélido Chrysolina grossa -también llamado en otras publicaciones Chrysomela grossa o Melasoma grossa- un inofensivo insecto habitual de la vegetación adventicia europea. Es fácil confundirlo -a mí mismo me pasó- con su primo Chrysomela populi que es muy parecido, pero éste en vez de dedicarse a la vegetación espontánea se dedica a cargarse los chopos de media Europa.
Mientras que en las alcachofas no se veía ni una, las malvas y las cerrajas que crecían entre ellas estaban absolutamente llenas de mosca blanca. A estas alturas de año y en plena sierra, la especie de mosca blanca que podemos encontrar es Trialeurodes vaporariorum, mucho más resistente a las bajas temperaturas que la más conocida Bemisia tabaci. Es fácil diferenciarla por la disposición de sus alas, que en vez de formar el típico tejadillo se disponen planas, paralelas al suelo. Había muchos adultos y unos pocos huevos, algunos ya cercanos a la eclosión (se distinguen muy bien por su color negro), pero no había ni una sola ninfa... Yo diría que las moscas blancas habían salido hacía relativamente poco tiempo de alguno de los invernaderos cercanos (que alguno había entre las fincas de frutales y los cultivos de aire libre) y que preferían las hojas tiernas de las malas hierbas a las asperas hojas de las alcachofas rebrotadas. Allí pasarán los días más fríos del año en forma de pupas y, cuando alarguen los días, volverán a entrar en los cultivos de invernadero... Un claro ejemplo de la enorme diferencia que existe, a la hora de servir de refugio a las plagas, entre las plantas perennes y las malas hierbas, y de porque es tan importante el estudio de la vegetación arbustiva autóctona y el diseño de bosques-isla con las especies más adecuadas.
Las alcachofas habían soportado un impresionante ataque de pulgón, pero ya no quedaba ni un solo áfido en el cultivo. Lo que si estaba aún por allí era la responsable de su desparición, que no era otra que la mariquita de Adonis, Hippodamia variegata. Este coccinélido, menos famoso que la mariquita de siete puntos y más sensible a los pesticidas, es muy habitual en nuestro medio y aparece rápidamente sobre las colonias grandes de pulgón al aire libre. La población era aún enorme, aunque no sé que tal pasará lo más crudo del invierno sin presa...
No era el único auxiliar que encontramos en las berenjenas. También encontramos a este pequeño ácaro torbellino correteando por los pedúnculos de las hojas de alcachofa. Los anístidos son unos pequeños ácaros depredadores de los que hablamos hace mucho tiempo en el blog (ver aquí) Suelo encontrármelos en cultivos de pimiento y berenjena, pero con las temperaturas que tenemos bajo el plástico se mueven tan deprisa que nunca había podido hacerles una foto decente... Con el frío de la sierra no parecían tan ágiles, y tuve oportunidad de hacerles algún retrato medio digno de recibir ese nombre.
Y por fin, después de mucho buscar, encontramos un ejemplar del escarabajo que nos había hecho subir las cuestas de la Sierra de Gador. Se trata del crisomélido Cassida deflorata, considerado una plaga menor de la alcachofa, pero que en ecológico y con poblaciones altas puede afectar bastante a las hojas. Se trata de un escarabajito de color verde, con un curioso borde en el pronoto y los élitros que le da el aspecto de un casco de guerra antiguo. Cuando está parado sobre la hoja, este borde lo hace inmune a sus depredadores, y disimula totalmente su aspecto de escarabajo, aunque como tal, debajo de los élitros hay un par de alas que le permiten volar sin mucha gracia, pero con gran eficiencia. A estas alturas de año la mayoría de los adultos habrán buscado ya un refugio en el suelo para pasar el invierno, y será en la primavera cuando aparezcan sus larvas espinosas y podamos valorar la intensidad de los daños... En fin, volveremos a subir a la Sierra de Gádor en primavera; seguro que el próximo safari me da para varios post.

2 comentarios:

  1. El articulo es muy interesante y he disfrutado al leerlo
    Saludos

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  2. Pues mi comentario no han tenido cojones de publicarlo, esta visto que no encajan bien las criticas estos tíos, y raro será que publiquen también este, anda majete ten valor y hazlo.

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