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jueves, 27 de octubre de 2011

Crisopas de varios colores

Con lo mucho que ha durado el verano este año hay más de una finca de pimiento a rebosar de las conocidas crisopas verdes, algo que no suele ser habitual a estas alturas de campaña. Ojo, y si específico el color de las crisopas es porque no sólo las hay verdes; del mismo modo que si no me atrevo a llegar al género –y mucho menos a la especie– es porque estos bichos son muy diversos y complejos de identificar. En más de una ocasión hablamos alegremente de Chrysoperla carnea sin tener la más mínima seguridad de que se trate de esa especie o incluso de ese género. Con éste pasa lo que con algún otro OCB: como es el que se comercializa hay tanta información sobre él que, inconscientemente, a veces pensamos que es la única especie de crisopa cuando hay cientos de especies similares.

Las crisopas pertenecen al orden Neuroptera, un grupo de insectos bastante primitivos caracterizados por tener las alas muy reticuladas –de hecho su nombre común en inglés (lacewings) significa literalmente “alas de encaje”–. Como he dicho los Neurópteros son un grupo bastante diverso (nada menos que 17 familias) y si preguntáis por ellos al “señor Google” lo más fácil es que os aparezca un grupo con poca importancia agrícola: las hormigas león de la familia Myrmeleontidae, que podéis ver en la primera imagen, y que son más abundantes en la naturaleza de lo que pudiera parecer –de hecho la foto del adulto está tomada en Tierras de Almería–. Los adultos son insectos cazadores que recuerdan ligeramente a las libélulas, aunque se diferencian claramente porque, a diferencia de estas, las hormigas león tienen grandes antenas. Sus larvas viven en suelos arenosos y fabrican trampas con forma de embudo para cazar las hormigas de las que se alimentan. Las larvas de hormiga león no son muy móviles; prefieren esperar en el centro de su trampa a que las infelices hormigas resbalen por las paredes del embudo directamente hasta sus mandíbulas.

Las verdaderas crisopas pertenecen a varias familias del suborden Hemerobioformia, y muestran la clásica disposición de las alas, que en reposo se sitúan en tejadillo y dispuestas a ambos lados del abdomen. Aunque hay de muchos tipos son tres las familias de importancia agrícola:

.- Familia Chrysopidae. Las archifamosas crisopas verdes que solemos ver en nuestros invernaderos y cultivos. Los adultos –que no son depredadores– son insectos de aspecto frágil y colores verdosos que ponen pequeños huevos en el extremo de largos hilos. Aunque muchas especies son nocturnas hay algunas diurnas, entre ellas el género Chrysoperla. De estos huevos sale una larva que sí es un depredador feroz y absolutamente generalista que devorará cualquier insecto más pequeño que ella. Todas las crisopas –tengan el color que tengan– son insectos chupadores que absorben los jugos internos de su presa mediante las maxilas, que están modificadas para actuar como jeringuillas. Son increíblemente voraces; cuando en un cultivo aparecen muchas crisopas verdes, es casi seguro que acabaran con prácticamente todos los insectos, sin importarles si son plaga o auxiliares. Cuando están completamente desarrolladas tejen un capullo sedoso con forma esférica del que saldrá el adulto.

.- Familia Hemerobiidae. Son las llamadas crisopas pardas de la tercera imagen y, aunque menos conocidas, son uno de los grupos de Neurópteros más abundantes en la naturaleza. Los adultos son típicas crisopas, pero de colores pardos y hábitos nocturnos y las larvas son muy similares a las de los crisópidos. Pero, a diferencia de las crisopas verdes, sus huevos son rojizos y los colocan sobre el vegetal y los capullos de sus pupas son ovalados y menos sedosos y densos. Tanto adultos como larvas son depredadores generalistas, con preferencia a alimentarse de pulgones y especialmente cochinillas. Es precisamente sobre focos de cochinillas algodonosas donde suelen verse en los invernaderos de Almería y, aunque no parece que lleguen a ejercer un gran control, merecería la pena estudiar su papel dada la escasez de herramientas contra nuestro “amigo” Phenacoccus solani.

.- Familia Coniopteygidae. Son las llamadas crisopas pulvurentas de la cuarta imagen y son relativamente abundantes al aire libre, pero una autentica rareza en los invernaderos. Los adultos son crisopas muy pequeñas -de unos 2 mm de longitud- recubiertos de un polvo blanquecino (la primera que vez que vi uno lo confundí con una mosca blanca). Las larvas son de tonos rojizos y se alimentan de moscas blancas, arañas rojas y pulgones. Forman una pupa blanquecina rodeada por una telilla de seda.

Además de estas hay otras muchas familias de crisopas de diferentes formas, algunas muy llamativas y que pueden confundirse con libélulas, mantis, polillas o moscas de la humedad… La mayoría son depredadoras y, por lo tanto, amigas de los que nos dedicamos a criar plantas. Desafortunadamente son muy sensibles a los químicos en general, por lo que son poco habituales en los cultivos. Las únicas con cierta resistencia a los pesticidas son los crisópidos o crisopas verdes, por lo que varias especies se han utilizado como OCB. Su cría comercial y su transporte es complicado –por el altísimo grado de canibalismo que presentan– y las sueltas comerciales siempre han dado resultados poco estables –hay instalaciones muy buenas y fracasos absolutos sin ninguna explicación–. Afortunadamente son muy abundantes y su ayuda en los cultivos –sobre todo en primavera– suele salirnos gratis.

3 comentarios:

  1. pues anda que e matado pocas larvas avanzadas (verdes) pensando que era algun gusano raro

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  2. pues ya sabes en que te reencarnaras en tu próxima vida Mje

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  3. perdon, quisé decir mariyjose6, claro que Mje tambien se reencarnará en algun bicho raro y feo

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