Todo está conectado...

Pues hace unos días empezaba la faena de este año visitando una de mis fincas de pepinos tardíos. Mientras pensaba que poco se podía mejorar en ese cultivo (salvo, claro está, el precio del género) iba yo volviendo hojas mecánicamente hasta que, en una mata junto al pasillo que no presentaba ningún síntoma, me encontré lo que podéis ver en la primera foto: Una colonia incipiente de araña roja, con unas pocas hembras maduras y huevos casi transparentes recién depositados. Como una colonia incipiente de araña roja no aparece en medio de una finca así como así, supuse que en alguna parte debía de haber un foco inicial más grave. Y como el mejor vector de estos ácaros son los trabajadores de la finca y el pasillo me indicaba el camino, probé a seguirlo en dirección a la banda a ver que me encontraba.

Conforme me acercaba a la banda empezaron a aparecer en las hojas de algunas plantas síntomas evidentes de daños de Tetranychus spp. (nombre por el que los científicos conocen a la araña roja), hasta que al final me di de bruces con el foco inicial. En la banda había un par de líneos bastante afectados con colonias del ácaro plaga bien desarrolladas. En estas colonias se podían ver todos los estadios: hembras maduras, machos, hembras jóvenes, ninfas y huevos en distinta fase de desarrollo (como podéis ver en la tercera imagen)

Sin embargo, no estaban las típicas telas que acompañan a este ácaro. La razón de esta ausencia no es otra que la que también se puede ver en la tercera imagen. Aunque no lo habíamos soltado en la finca, entre las arañas rojas del foco inicial había muchos individuos de Phytoseiulus persimilis, un ácaro fitoseido depredador específico de arañas rojas. Este fitoseido fue uno de los primeros ácaros que se utilizaron en control integrado y –aunque es originario de Sudamérica– durante los ultimos 50 años se ha liberado en tantos países que hoy día se considera cosmopolita. No es raro encontrárselo entre la vegetación espontánea y con humedades altas y temperaturas entre 15 y 25ºC es una auténtica máquina de comer arañas rojas (ya hablaremos algún día de él) De hecho en este foco está controlando la plaga, hasta el punto de que en los rebrotes de esas plantas puede verse una población muy alta de ácaros depredadores (como podéis ver en la cuarta foto)

Pero, ¿De dónde han aparecido tanto la plaga como el depredador?... La respuesta estaba en la banda, pegada al suelo y enredándose en las plantas de pepino. Como podéis ver en la quinta foto, en la banda –y probablemente entrando desde fuera– está creciendo una Convolvulus arvensis, que no es otra que la conocida y fastidiosa correhuela. Esta planta es –además de una mala hierba muy difícil de erradicar– un excelente refugio para las arañas rojas, así que ya sabemos como llegaron la plaga y su depredador a nuestro cultivo. Como decían en no sé que serie de la tele: “Todo está conectado…”

 Y ahora ¿Qué hacemos?... En este caso P. persimilis está controlando bien el foco inicial junto a la banda, pero la plaga ya se ha repartido mucho por el cultivo así que se impone dar algún tratamiento. En principio he recomendado tratar con OBERON (aunque el spiromesifen es tóxico para P. persimilis), pero con el precio que tienen los pepinos no se si el agricultor estará dispuesto a asumir el gasto… También habrá que tratar con un acaricida de amplio espectro (probablemente abamectina) antes de arrancarlos, ya que no es cuestión de asumir riesgos con la araña roja en el cultivo de primavera. Y ver que hacemos con la correhuela (la de dentro y la de la banda) para los próximos cultivos, que no es cuestión de tener cada año al enemigo esperando a las puertas…